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Salud

Certificados médicos para la escuela pueden salvar vidas

por Dr. Diego Chaves-Gnecco, MD, MPH, FAAP (diego.chaves-gnecco@chp.edu)


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En Latinoamérica, hace unos años, llegó a una institución hospitalaria especializada en cardiología pediátrica, un joven de 14 años remitido por el médico que lo examinó a fin de expedir el certificado que le exigían en el colegio para matricularse. El pediatra encontró que el joven tenía un soplo en el corazón (ruido característico que se oye con el fonendoscopio durante el examen médico).

Este hallazgo motivó la remisión del joven, así como la realización de algunos exámenes que determinaron la gravedad de la enfermedad del paciente y las pocas posibilidades de tratamiento que podían ofrecérsele.  

Se trataba de una comunicación interventricular, defecto que como su nombre lo indica consiste en que los ventrículos (cavidades del corazón que usualmente están separadas por un tabique muscular) se encuentran conectados permitiendo el paso de la sangre de un lado a otro, lo que normalmente no debe suceder. 

Este defecto se presenta por una alteración, durante el embarazo, en el desarrollo normal del nuevo ser.

Este joven probablemente tenía el soplo desde su nacimiento. Si lo hubieran diagnosticado cuando era niño aún, el probable tratamiento habría sido una cirugía que cerrara el defecto sin que posteriormente hubiera repercusiones en sus órganos vitales ni en la vida normal del joven.

Ese diagnóstico a los 14 años permitió que durante este tiempo se produjeran cambios irreversibles tanto en el corazón como en los pulmones del paciente. Esto hizo poco útil en ese momento la cirugía correctiva y además, dada la gravedad de las secuelas producidas, que se pronosticara una muerte a muy temprana edad para quien hasta ese momento aparentemente había gozado de buena salud. 

Probablemente esto último se diagnosticó tarde porque los padres nunca llevaron al joven a un chequeo médico rutinario o que al momento de cumplir con el requisito anual del certificado médico escolar no se le diera la debida importancia.

Esta historia permite hacer algunas reflexiones sobre tan importante conducta, así como algunas costumbres poco sanas que existen tanto en Latinoamérica como en los Estados Unidos en torno al certificado médico exigido para poder matricularse. Es usual que los certificados sean considerados un requisito molesto para cumplir y al que no se le reconocen sus importantes beneficios.

El que se exija el certificado médico para la matrícula en los planteles educativos, es una excelente oportunidad que permite una adecuada y completa valoración de la salud del estudiante por un profesional competente.

Durante este examen se valora el adecuado crecimiento y desarrollo del niño, se revisa que su vacunación esté completa y se verifica que funciones como la visión y la audición se encuentren en óptimas condiciones para que el niño pueda aprender y desarrollar su máximo potencial en la escuela.

El certificado médico para el ingreso a la escuela, expedido por el pediatra que ha conocido al niño durante toda su vida tiene múltiples e incalculables beneficios. No es tan solo un requisito. Es una práctica saludable que puede salvar vidas. 

¡Aseguremos que nuestros niños tengan su certificado anual para entrar a la escuela!

Entretanto, los CDC y la FDA han aprobado las vacunas contra el COVID-19 para niños de seis meses a cinco años. ¡Protejámonos todos, vacunémonos! 

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