En Panamá, es común ver cómo se empujan carretillas de “raspaos” en las calles de pueblos y ciudades.
Quienes se dedican a este oficio se llaman “raspaeros” y en esos puestos rodantes llevan todos los ingredientes, así como los utensilios necesarios para prepararlos.
Se estacionan en escuelas, plazas, parques y lugares concurridos para ofrecer su refrescante producto.
Cuando se realizan procesiones religiosas, festivales folclóricos o actividades deportivas, siempre se pueden encontrar, listos para aliviar la sed de los participantes.
La elaboración de un “raspao” panameño es simple. Lo primero que hace el artesano es comprar un bloque enorme de hielo, lo monta en la carretilla, lo tapa bien para conservarlo y cada vez que le piden uno, toma un vaso, raspa el hielo con una pieza especial y le agrega todo cuanto el cliente pida.
El sirope es una receta casera única. Lo almacenan en frascos dispensadores y viene en varios sabores: “tutti frutti”, mejor conocido como “el rojo”, uva, limón y piña, entre otros.
Luego se le colocan los “aderezos”, siendo el más popular la leche condensada. También piden miel de caña y polvo de malteada.
Se le coloca un “carrizo” y estará listo para disfrutar.
Fotografía: (La Mega Nota/Elvia Skeens)
