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JULIA DE BURGOS: Una poetisa por la igualdad femenina y orgullo boricua

por Hugo Marín (hugo.marin@lamegamedia.com)


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¡Río Grande de Loíza!… Río grande. Llanto grande.

El más grande de todos nuestros llantos isleños, 

si no fuera más grande el que de mí se sale 

por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.

— Fragmento  de “Río Grande de Loíza”

Julia de Burgos


Julia de Burgos es una de las predecesoras de la poesía hispanoamericana en Nueva York, y laureada como una de los máximos exponentes de la literatura en Puerto Rico. 

 

Su obra literaria, por lo general explora temáticas relacionadas a la identidad puertorriqueña, el estatus colonial de la isla, el legado de la esclavitud y el impacto del imperialismo estadounidense sobre Puerto Rico. 

En uno de sus más famosos poemas, “Río Grande de Loíza”, Julia relata una estampa que captura el dolor y la violencia experimentada por comunidades vulnerables a través de hermosas relaciones metafóricas con el icónico río de Puerto Rico. 

Por otro lado, su vida se vio truncada por la violencia de género, el racismo y la misoginia.                                                                                                                                                Nació el 17 de febrero de 1914, de una familia humilde. A los 20 años había estudiado y se desempeñaba como maestra. 

Su poesía captó la atención de personas en los círculos intelectuales puertorriqueños, pero se convirtió en eje de controversia a nivel general.  

Era la década de los treinta y a la corta edad de 23 años, estaba divorciada, viviendo en una sociedad predominantemente católica. 

Al ser maestra de profesión, la consideraban de clase trabajadora. Era de tener tez morena y ascendencia africana. 

En ese entonces, hombres blancos de raíces europeas definían la identidad y cultura puertorriqueña.

Ellos no parecían estar listos para aceptar ideas que promovieron la justicia social para personas negras y tampoco para una rebelión femenina. 

A los 24 años, en 1938, publicó su primera colección: “Poema en veinte surcos”. 

Durante su vida, Julia defendió el nacionalismo isleño y la identidad puertorriqueña  a través de la literatura, pero a raíz de un incidente de violencia de género, a los 25 años dejó su amado Puerto Rico, y nunca regresó.  

La vida en los Estados Unidos, como parte de la diáspora, fue difícil para ella. 

Bajo patrones de violencia doméstica, comenzó a padecer depresión y alcoholismo.  

Pasó largos períodos de tiempo hospitalizada y se le diagnosticó cirrosis hepática. 

A consecuencia del consumo de licor desarrolló una enfermedad respiratoria.

A pesar de su delicada salud, continuó activa participando en eventos culturales, literarios y políticos en Nueva York.   

El 28 de junio de 1953, Julia de Burgos abandonó la casa de un familiar en Brooklyn, donde había estado pernoctando. De ahí desapareció sin dejar huella. Falleció el 6 de julio de 1953. Fue encontrada – aún con vida, pero inconsciente y sin identificación– por unos agentes de la policía en las calles del “Barrio” en Harlem. 

La llevaron a un hospital cercano, donde murió horas después, catalogada como una “Jane Doe” (Juana del Pueblo). 

Nadie reclamó su cuerpo y la ciudad la sepultó como indigente en el cementerio de Hart Island.  

Meses más tarde, amigos y familiares lograron rastrearla, encontraron su tumba y reclamaron su cuerpo. 

Se organizó un comité en Puerto Rico para trasladarla a la isla, y finalmente regresó el 6 de septiembre de 1953. 

Los servicios fúnebres se llevaron a cabo en la sede del Ateneo de Cultura Puertorriqueña.

Recibió un entierro digno y con honores en el Cementerio Municipal de su pueblo natal, Carolina. 

Su verdadero nombre era Julia Constancia Burgos García.



 

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