Ciudad de México, 1 dic (EFE).- "¿Dónde están las caguamas (cervezas)?", preguntaba con sorna una joven entre risas de sus compañeros. Había que amenizar la espera hasta que saliera al escenario del Zócalo de Ciudad de México su gran estrella: el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El mandatario no se daba ningún baño de masas de los que tanto disfruta desde el inicio de la pandemia de covid-19 y eligió este miércoles, al cumplirse los tres años de su toma de posesión, como la fecha perfecta para su regreso al escenario que mas disfruta.
Nada le iba a estropear tan ansiado retorno, ni tan siquiera la recién detectada variante ómicron del coronavirus, que ha encendido las alarmas en medio mundo, pero no en Palacio Nacional ni entre los simpatizantes de AMLO -siglas de su nombre-, los AMLOvers.
"¡Llegamos hoy a las cinco y media de la mañana para apoyar a nuestro presidente Andrés Manuel y demostrarle que estamos con él y que lo queremos!", exclamó ante el micrófono de Efe Indira, coreada por decenas de personas con las que llegó desde el oriental estado de Veracruz a la Ciudad de México.
A unos pasos, Marisela movía las caderas al son de una banda de rock que sirvió de telonera del mandatario.
"Yo sí creo en el presidente, ya tengo 65 años y he vivido cómo se ha devaluado el país. Tengo mucha confianza en el presidente", explicó esta enfermera jubilada que acudió al festejo con dos mascarillas.
Como ella, prácticamente todo el público llevaba mascarilla, y eso que López Obrador se ha negado por activa y por pasiva a llevarla en público.
El presidente, cuya popularidad supera el 60 % después de tres años de Gobierno, salió al escenario levantado frente la sede del Gobierno pasadas las 17.00 horas acompañado de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, y arropado por el ya indispensable cántico de "es un honor, estar con Obrador".
La principal plaza de la Ciudad de México, una de las más grandes del mundo, ha sido escenario de estrellas musicales, pero pocos se han coronado aquí como López Obrador, quien la llenaba de protestas cuando era líder opositor y ahora lo ha convertido en escenario de celebración.
"Amigas y amigos, como en los mejores tiempos, nos volvemos a encontrar en este Zócalo democrático", espetó el presidente al arrancar su alocución de casi una hora y media.
En la mente de muchos estaba esa gloriosa noche para la izquierda mexicana del 1 de diciembre de 2018 en la que López Obrador festejó su triunfo y prometió la completa transformación del país.
Esa noche estaban Olivia y José Luis, ambos de Veracruz, quienes este miércoles regresaron al mismo lugar donde recordaron orgullosos que con su voto contribuyeron "a que él ganara".
"Fue la locura, estábamos felices, eso estaba lleno. Ahora por la pandemia somos menos", explicó esta maestra que es una auténtica devota de las mañaneras, las ruedas de prensa diarias que da el mandatario cada día a las siete de la mañana.
UN FESTIVAL CON EL PRESIDENTE DE CARTEL
Lo cierto es que miles de personas - 150.000 según las autoridades locales-, abarrotaron el Zócalo, donde en las zonas más cercanas al escenario no cabía ni un alfiler.
Algunos apodaron el evento como AMLOfest, y realmente parecía un festival con el presidente como cabeza de cartel.
Ataviada con una gorra y una mascarilla del oficialista Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y un peluche con la forma del presidente, Diana Rodríguez llegó desde Tabasco, tierra natal de López Obrador, para arropar al mandatario en su fiesta de aniversario presidencial.
"Todos estamos con él desde hace muchos años, siguiéndolo desde que éramos pequeños", explicó esta joven de 27 años.
Bien prevenidos llegaron Tomás y sus amigos desde Oaxaca, con jamón, queso, verdura y pepinos para preparar unas tortas (bocadillos) y tomar fuerzas para el espectáculo.
Entre el catálogo de los vendedores ambulantes no faltaban los calendarios, las gorras, las camisetas o los llaveros con el rostro del mandatario. Y entre el público ondeaban banderas y bailaban comparsas.
Los 'hits" más aplaudidos del discurso del mandatario fueron sus referencias a la sanidad universal, la derogación de la reforma educativa o los paisanos de Estados Unidos. Pero el mayor estruendo tuvo lugar cuando mandó "al carajo" a los Gobiernos anteriores.
La otra batalla de aplausos se libró cuando al escenario salieron la alcaldesa capitalina Claudia Sheinbaum y el canciller Marcelo Ebrard, ambos aspirantes a suceder a López Obrador. El aplausómetro se decantó por Sheinbaum.
Al concluir, el presidente estuvo unos minutos despidiéndose de los privilegiados de las primeras filas, como si le estuvieran pidiendo "otra, otra". Y se fue del Zócalo, donde siguió la música porque como dijo días atrás: "la rumba también es cultura".