Madrid, 12 feb (EFE).- La tercera ola del coronavirus no frenó el ocio nocturno ilegal; al contrario, está en auge impulsado por la sensación de impunidad. Solo en la ciudad de Madrid se detectaron más de 2.000 fiestas prohibidas en lo que va de año, cada vez más organizadas, sin los responsables presentes y sin dinero efectivo de por medio porque las copas se pagan con el teléfono celular.
Solo el temporal de nieve del pasado mes fue capaz de parar las fiestas. Desde enero, la Policía Municipal de Madrid desalojó 2.038 de ellas en locales y domicilios, lo que muestra la magnitud de este ocio nocturno "paralelo" que va más allá de las celebraciones con amigos en una casa.
La organización de estas fiestas prohibidas cuentan ya con una "cierta especialización" y, poco a poco, se han ido afinando "los procedimientos de captación de gente", asegura a Efe el comisario de Policía Municipal, José Luis Morcillo, quien advierte de que "el riesgo y la irresponsabilidad es la misma".
Este viernes asociaciones de vecinos del distrito de Centro de Madrid se reúnen con el delegado del Gobierno, José Manuel Franco, para trasladarle sus inquietudes y hartazgo con la situación que se vive en decenas de locales y pisos turísticos de la capital todos los fines de semana.
FIESTERO CLANDESTINO: VEINTEAÑERO QUE PAGA CON EL CELULAR
Las fiestas se celebran indistintamente en viviendas o locales, tan variados como joyerías, garajes o trasteros, dice el comisario.
El perfil de los asistentes es el de un joven de entre 20 y 30 años que paga unos 20 euros, mediante la aplicación de Bizum, para acceder al lugar donde se celebra la fiesta. Antes las bebidas iban incluidas en el precio pero ahora ya no.
Fuentes policiales consultadas por Efe tienen claro que estas fiestas alternativas seguirán existiendo mientras haya restricciones, porque hay demanda entre algunos jóvenes en los que no caló el mensaje de la responsabilidad.
Las fuerzas de seguridad, explican estas fuentes, advirtieron ya de que algunos empresarios de la noche -no son todos, dejan claro- están detrás de estas fiestas. "Tienen sus locales cerrados pero tienen la infraestructura. Desde sus equipos de música, a camareros o DJ. Buscan otros lugares menos controlables y abren el negocio", dicen a Efe.
El portavoz de la asociación de empresarios de ocio nocturno Noche Madrid, Vicente Pizcueta, lamenta que no se trabajó en la "concienciación juvenil" y los jóvenes tienen un "sentimiento de inmortalidad".
HASTA 2.400 EUROS DE MULTA POR IR A UNA FIESTA
Muchos de estos jóvenes son captados por internet o fuera de los bares y discotecas de la capital por relaciones públicas que organizan estos eventos, que los llevan hasta el lugar de la fiesta pero desaparecen cuando cobran la cantidad indicada.
Una vez dentro, si las fiestas son localizadas por los policías, los asistentes se encierran, se ocultan e incluso, se esconden, los organizadores nunca aparecen y los agentes tienen que desalojar y precintar la casa o los establecimientos. En el lugar, ni rastro de dinero en efectivo.
Los jóvenes que acuden a estas citas suelen tener hasta cuatro propuestas de sanción que suponen un importe de unos 2.400 euros (unos 2.900 dólares).
"Nosotros denunciamos, el mecanismo de la administración para acelerar el cobro de las mismas ya no es nuestro trabajo", afirma el comisario Morcillo.
Otras fuentes reiteran a Efe que la creciente sensación de impunidad ante la lentitud de la tramitación de las propuestas de sanción que imponen los agentes anima a que el mercado alternativo de la noche no cese.
Vicente Pizcueta resta importancia a la incidencia de estas fiestas. "Decir que hay un problemas con las fiestas ilegales es una exageración aunque existen situaciones irregulares y censurables", afirma, e insiste en que la facturación del sector del ocio nocturno cae en picado pues solo en enero facturaron el 8 % de lo que generaron el año pasado.