El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, creó este viernes una comisión bipartidista que estudiará si tiene sentido ampliar el número de jueces en el Tribunal Supremo del país o limitar sus mandatos, una idea que ha cobrado fuerza en el ala progresista de su partido.
Con un decreto, Biden creó una comisión compuesta por 36 académicos, exjueces federales y abogados que analizarán posibles reformas a la corte más importante de Estados Unidos, que ahora está compuesta por nueve jueces que ocupan un cargo vitalicio, seis de ellos de tendencia conservadora y otros tres de inclinación progresista.
La comisión -copresidida por la latina Cristina Rodríguez, profesora de Derecho de la Universidad de Yale; y por un exabogado de la Casa Blanca, Bob Bauer- deberá entregar un informe a Biden en un plazo de seis meses desde su primera reunión pública.
"Los temas que examinará incluyen la génesis del debate sobre las posibles reformas, el papel de la corte en el sistema constitucional, la duración del servicio y el ritmo de reemplazo de jueces en el tribunal", enumeró la Casa Blanca en un comunicado.
También estudiarán "el tamaño del tribunal y sus prácticas, además de sus normas y cómo seleccionan los caos" que atienden cada año, agregó.
Biden ha asegurado que no es "un fan" de la idea de añadir más asientos al Tribunal Supremo, como han pedido algunas de las figuras más a la izquierda de su partido, entre ellas la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez.
Durante su campaña electoral, Biden prometió que encargaría un estudio sobre el tema, algo que muchos progresistas consideran insuficiente, porque la comisión no tiene ni siquiera el mandato de emitir recomendaciones, sino únicamente de analizar el asunto.
En un comunicado, el congresista demócrata Mondaire Jones pidió "no esperar" a que la comisión concluya su informe, al recordar que "el Congreso tiene el poder" de cambiar el tamaño del tribunal, algo que "ha hecho siete veces a lo largo de la historia".
El debate sobre la posible ampliación de los miembros del Supremo se intensificó a finales del año pasado, tras la muerte de la jueza progresista Ruth Bader Ginsburg.
La vacante que dejó su fallecimiento en septiembre permitió al entonces presidente, Donald Trump, nominar para reemplazarla a una magistrada conservadora, Amy Coney Barrett, cuya confirmación pocos días antes de las elecciones de noviembre expandió aún más la mayoría derechista en la corte.
Muchos demócratas progresistas quieren ampliar el número de asientos para evitar que los conservadores logren victorias de gran calado en temas como el aborto, el control de armas o los derechos del colectivo LGBTQ.
Esos políticos también presionan al juez progresista más anciano de la corte, Stephen Breyer, para que se retire mientras los demócratas controlan el Senado y permita que Biden nomine a un sustituto más joven, dado que los cargos son vitalicios.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo este viernes que Biden cree que la decisión de cuándo retirarse corresponde a Breyer, y que no le presionará para ello.
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