La Paz, 2 nov (EFE).- Todos los años las familias bolivianas se alistan para el esperado reencuentro con el "ajayu" de sus difuntos, que en aimara significa alma, preparando grandes altares o mesas, en los hogares o directamente en los cementerios, con panes dulces de distintas formas, bebidas o platos de su agrado.
La tradición de Todos Santos y el Día de los Difuntos aún perdura en Bolivia en la que se cree que las almas visitan a sus familias para "saborear" las comidas que disfrutaban en vida y reencontrarse con sus seres queridos.
Varias familias se reúnen para hacer pan o para comprar una diversidad de masitas que vienen cargadas de significado para que sean parte de las mesas que alistan mayormente en los hogares para recibir la esperada visita de sus muertos.
Otros prefieren llevar todas las masas y las flores, en algunos casos hasta músicos a los nichos de sus seres queridos en los cementerios para que el alma pueda llegar sin problema.
Es el caso de Elizabeth Rivero, que contó a Efe que llegó hasta las afueras del Cementerio General en La Paz para alistar el altar para su abuela que murió en 2019 y tiene caña de azúcar como el "bastón" que le ayude a irse y panes dulces en forma de llama para que el alma cargue los productos, entre otros.
Entre algunas de las masas más significativas de estas fechas están las "t'antawawas", los panes que llevan una cara de yeso que pueden representar al muerto, o algunos de animales como caballos para que el alma pueda ascender y llegar hasta los altares, o panes en forma de escaleras para que les ayude a subir, según la tradición.
Los altares también llevan hojas de coca, frutas, cigarros, refrescos, bebidas alcohólicas, e incluso platos mucho más elaborados que eran los favoritos del difunto.
Cada 1 de noviembre las familias arreglan el altar en las que se incluye las fotografías de los difuntos, velas e incluso tallos de cebolla que se cree que calma la sed de los muertos y a mediodía se reza para darles la bienvenida.
"Es la tradición de nuestros ancestros, de nuestros abuelos y nosotros estamos haciendo las costumbres de nuestros abuelos", comentó Rivero.
ALTAR PARA LOS MUERTOS POR COVID
Varias instituciones públicas y privadas también realizan estas mesas para recordar a sus trabajadores fallecidos o a personalidades destacadas del país o el mundo.
Por ejemplo en esta ocasión la Alcaldía de La Paz realizó un altar en el Cementerio General para recordar a todas las personas que fallecieron por la pandemia de la covid-19 en el país, incluyendo algunos de sus funcionarios.
"Todos hemos perdido un ser querido, un conocido, un vecino, un amigo, médicos, policías, así que nosotros también estamos recibiendo a estas almitas en esta mesa", manifestó a Efe el secretario municipal de Culturas, Rodney Miranda.
Además este año también se incluyeron algunos bailes, música autóctona y rezos en aimara para recibir a las almas.
"Porque más allá de la ausencia, siempre estará presente el cariño que perdurará eternamente en la memoria y el corazón", señala el epitafio de la mesa de la Alcaldía dedicada a los fallecidos por covid.
La tradición indica que las almas se quedan a visitar los hogares de sus familiares hasta mediodía del 2 de noviembre que es festivo en el país en el que disfrutan de su comida.
LA DESPEDIDA
Es así que el 2 de noviembre a mediodía las familias vuelven a los altares para rezar y agradecer la visita de sus muertos para luego despedirlos y esperarlos el próximo año.
Luego las masitas y comida de la mesa se van repartiendo a todos los que rezan o se intercambia con otras personas y se desarma el altar, pero es importante compartir esos alimentos.
Este año hubo poca afluencia en los cementerios ya que era obligatorio presentar el certificado de vacunación para ingresar, por lo que muchos familiares armaron los altares para sus seres queridos afuera de los camposantos.
"Las personas desconocidas vienen a orar por las almas que se han ido, esa oración es alimento para los difuntos que se han ido", sostuvo Rivero.
Ella acotó que esas masitas pierden su sabor y así saben que sus difuntos "saborearon" los manjares para ellos.
Yolanda Salazar