Dubái, 18 sep (EFE).- Tomarse una cerveza fría mientras se visitan los pabellones de la Expo de Dubái, donde las temperaturas rozan los 40 grados, o probar los brebajes típicos de los países invitados es posible en la primera exposición universal que tiene lugar en un país musulmán. Eso sí, con mucha discreción y a un precio elevado.
Emiratos Árabes Unidos (EAU) no ha puesto coto a la venta de alcohol en el recinto de la Expo2020, pero al igual que ocurre en el resto del país, su venta y consumo tienen que ser alejados de ojos indiscretos y los pabellones han ubicado sus bares y restaurantes en rincones que no están a la vista del público.
UN PRECIO ELEVADO
El restaurante de Chile, que ocupa la parte posterior del pabellón y está separado del principal espacio expositivo, ofrece su vino estrella Casillero del Diablo, entre otros de bodegas menos conocidas que incluyen blancos y espumosos, con precios que oscilan entre los 150 y los 400 dirhams emiratíes la botella (entre 40 y 110 dólares).
"Los impuestos sobre el alcohol son elevados. Entre los de importación y venta superan el 100 %", asegura a Efe el chef chileno Francisco Araya, residente desde años en EAU.
Sin embargo, su clientela es mayoritariamente extranjera y de momento "la respuesta del público es buena. Los clientes repiten", asegura.
Mientras, en el pabellón de España, el restaurante está situado a la salida del recorrido y cuenta con una terraza protegida por unos maceteros con plantas que confieren cierta intimidad, mientras la barra del bar se encuentra en el interior.
"Nuestra sangría está teniendo mucho éxito, ya se ha corrido la voz en la Expo" de que se sirve en el pabellón español, señala a Efe Joan Valera, el barman del restaurante, ante una hilera de jarras.
La bebida más típica de España se vende a 310 dirhams el litro (84 dólares o 73 euros) y llega a 460 dirhams (125 dólares o 108 euros) cuando está elaborada con cava. La carta incluye además cerveza de barril, más de 17 variedades de vino -entre ellos de Jerez y cavas-, y una variada oferta de cócteles y combinados.
Valera admite que "la población local no suele consumir alcohol y son los extranjeros quienes más lo demandan".
NO SÓLO BEBIDAS
El pabellón español, gestionado por Acción Cultural Española (AC/E) -la empresa pública responsable de la presencia de España en las Expos-, prevé abrir en breve un restaurante gourmet con una oferta gastronómica más selecta, en una de la plantas superiores del recinto.
La gastronomía es un aspecto importante de esta Expo2020, bajo el lema "Conectando mentes, creando futuro", que fue inaugurada el 1 de octubre con un año de retraso debido a la pandemia del coronavirus.
El restaurante del pabellón de Perú, que abrirá a finales de octubre, contará con la presencia de una docena de chefs que ofrecerán demostraciones culinarias y un “pisco bar” donde se podrá degustar este popular aguardiente.
"Obtener la licencia para vender alcohol no supone un problema, si se cumplen todos los requisitos", explica a Efe Sofia Sanguinetti, portavoz del pabellón peruano. "En nuestro caso, hemos recibido total apoyo por parte de la Expo", afirma, señalando que el proceso se agiliza cuando se utilizan los proveedores oficiales de la organización.
Otros pabellones que sirven alcohol son los de Francia, Portugal o Bélgica, con locales situados en los pisos superiores, en una ubicación discreta. Mientras, otros como Uruguay han optado por no vender bebidas alcohólicas pero el del país sudamericano ofrece una cata gratuita de vinos en horarios fijos.
OCIO PARA TODOS
Uno de los lugares más animados es el Irish village, un gran terraza al aire libre situada en un recinto vallado junto al pabellón de Irlanda, donde cada noche hay música folklórica y un vaivén constante de camareros con bandejas con jarras de la icónica cerveza Guiness.
"Trabajamos a un ritmo intenso" admite Karl O'Hara, responsable del local con aforo para 300 personas y más de 40 empleados, que atienden al público a diario hasta las 23.30 horas locales (19.30 GMT) excepto los jueves y viernes, fin de semana en EAU, cuando el horario se prolonga hasta las 01.30 (21.30 GMT).
El ocio está pensado en muchas ocasiones no sólo para los visitantes sino también para los trabajadores de la Expo -más de 30.000 y en buena parte extranjeros-, que residen en la cercana Villa Expo y lo harán hasta el 31 de marzo, cuando concluya el gran evento internacional.
La Expo habrá finalizado para cuando comience el mes sagrado musulmán de Ramadán, en abril de 2022, un periodo en el que se imponen más restricciones para adquirir y consumir alcohol, y durante el cual los fieles deben abstenerse de beber incluso agua durante las horas diurnas. Iñigo Álvarez