CLEVELAND, Ohio — En los primeros meses de la pandemia, la concejal de Cleveland Jasmin Santana, quien representa a un barrio del West Side con la población más densa de latinos, dijo que los funcionarios del departamento de salud le aseguraron que cuando la ciudad publicara actualizaciones urgentes de salud, serían traducidas al español. Eso no sucedió.
La ciudad emitió comunicados públicos, a veces a diario, a medida que evolucionaba la pandemia, sobre precauciones de seguridad, restricciones laborales y cuántas personas estaban infectadas con el virus, pero la información no pareció llegar a los residentes de habla hispana en el precinto de Santana, donde cerca del 40% de los residentes son latinos.
Cuando volvió a presionar –esta vez con los funcionarios de comunicaciones– Santana señaló que le informaron que la ciudad no tenía recursos para la traducción.
Un funcionario municipal de alto rango sugirió que Santana y su oficina deberían crear versiones en español para distribuir, dijo.
La reacción la sorprendió.
“Casi no supe cómo responder”, dijo Santana. “Fue entonces cuando realmente comencé a darme cuenta, ‘¿Sabes qué? Este es un gran problema para la ciudad’ ¿Quién hubiera pensado que una ciudad con más de 300,000 habitantes no estaría preparada para que se tradujeran sus comunicaciones?”.
Las preocupaciones de Santana como concejal estaban arraigadas en lo que había presenciado como miembro de la comunidad y luego como trabajadora de alcance comunitario de la salud: el lenguaje y la desconfianza actúan como barreras para los recursos que pueden mejorar o salvar vidas.
La pandemia de COVID-19 ha intensificado la presión sobre un sistema de salud pública crónicamente insuficiente que ya enfrentaba disparidades asombrosas en el acceso de la atención médica y los resultados de salud, especialmente para las personas con un dominio limitado del inglés.
Pero la crisis también ha ofrecido una oportunidad, que algunos departamentos de salud locales han acogido, para forjar relaciones y conexiones que podrían durar más allá del virus.
Cleveland, una ciudad que declaró el racismo como una crisis de salud pública hace casi un año, con funcionarios que prometieron abordar las disparidades e inequidades, ha experimentado algunos avances, pero ha sido lento.
A pesar de una ganancia inesperada en la ayuda pandémica, Cleveland aún no ha reforzado sus propias operaciones de rastreo de contactos al agregar personal bilingüe.
En cambio, ha confiado en el departamento de salud estatal para la asistencia virtual con los residentes de habla hispana y una línea de traducción de idiomas.
El departamento de salud ha intensificado sus esfuerzos para proporcionar material sobre clínicas de vacunas en español en los últimos meses, según una revisión de sus publicaciones en las redes sociales.
Rastreando un virus
Santana se dio cuenta de lo cruciales que fueron esas conversaciones cuando a su esposo, quien no habla inglés, le diagnosticaron el virus.
El trabajo de identificar y contener los brotes comienza con los investigadores de casos y los rastreadores de contactos.
Estos trabajadores de la salud son quienes se comunican y entrevistan a las personas que están infectadas con un virus o padecen de una enfermedad infecciosa, así como con otros miembros de la comunidad con quienes han estado en contacto.
A menudo estas entrevistas son largas y personales e incluyen preguntas sobre el trabajo, la vida familiar y los antecedentes de salud.
Cuando el departamento de salud llamó al esposo de la concejal, esta le pidió al empleado –quien dijo que era un rastreador de contactos– que necesitaban a alguien que hablara español para que su esposo le contara sobre sus síntomas.
“Me dijeron que no tenían a nadie”, dijo Santana. “Entonces tuve que traducir todo yo”.
“Fue incómodo”, recuerda.
Y ese hecho le hizo preguntarse cuántos residentes más de habla hispana simplemente no colgarían la llamada, sin ni siquiera compartir información vital que podría ayudar a proteger a sus familias, vecinos o compañeros de trabajo.
Era una pregunta difícil de responder.
La ciudad estaba informando en un tablero público cuántos residentes blancos, afroamericanos y asiáticos dieron positivo, fueron hospitalizados o murieron debido a complicaciones del COVID-19. Pero no incluía información sobre residentes hispanos.
Lo que Santana aprendió fue lo siguiente: nueve meses después de la pandemia, el departamento de salud no había contratado ni un solo rastreador de contactos que hablara español con fluidez.
Comunicar confianza
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan a las autoridades de salud contratar personal bilingüe de la comunidad para que laboren como rastreadores de contactos y trabajadores comunitarios de salud para superar las barreras lingüísticas, culturales y de recursos.
“Estos individuos no solo dominan el idioma de la población, sino que también son confiables y conocedores de las prácticas culturales y las normas sociales, por lo que son más capaces de comunicarse de manera efectiva”, afirman las directrices.
En Cleveland, según datos del censo, el 11,9% de los residentes se identifican como hispanos y el 14,7% habla inglés como segundo idioma, líderes comunitarios como Evelyn Rivera se quedaron “anonadados” cuando leyeron en diciembre –en Cleveland Scene– sobre la experiencia de Santana.
“Esto va más allá de la imaginación que [no tener rastreadores de contactos bilingües] fuera posible con este problema de vida o muerte. Para nosotros era de una gran relevancia saber quién podría estar transmitiendo el virus. Era tan importante que teníamos que involucrarnos”, dijo Rivera, una psicóloga que ha trabajado en la comunidad latina en Cleveland, Akron y Columbus por más de 30 años.
LatinOhs, una coalición latina de base a la que pertenece Rivera, envió una carta al director interino del Departamento de Salud Pública de Cleveland, Brian Kimball, al alcalde Frank Jackson y a los miembros del Concejo Municipal exigiendo que la ciudad contrate de inmediato rastreadores de contactos bilingües.
Fue firmado por docenas de residentes latinos, organizadores comunitarios y ciudadanos preocupados*.
La carta del 8 de diciembre de 2020 citó graves preocupaciones de que la ciudad no estaba empleando trabajadores bilingües para hacer un seguimiento de las familias que podrían tener dificultades para navegar por el sistema y que las barreras lingüísticas y culturales dejaban a “la comunidad latina en un riesgo mucho mayor”.
Esperando respuestas
Antes de su elección al Concejo Municipal, Santana se destacó como trabajadora comunitaria de salud, primero para MetroHealth Medical Center y como parte de un esfuerzo para abordar el envenenamiento por plomo y los problemas de salud relacionados con la vivienda en el vecindario de Clark-Fulton.
Recuerda haber conocido a latinas que tenían cáncer de mama en etapa avanzada, con tumores tan grandes que eran visibles fuera de sus senos cuando buscaban tratamiento.
Muchas vivían a poca distancia del hospital.
“¿Por qué esperaste tanto?”, ella les preguntaba.
El hospital es grande, le decían. No tenían seguro médico. “No sabían con quién hablar”, explica Santana.
Con esa experiencia pasada en mente, Santana dijo que primero apeló a los funcionarios de la ciudad sobre los problemas de traducción e interpretación en privado en correos electrónicos y conversaciones personales para priorizar la contratación de rastreadores de contactos bilingües y materiales de traducción.
Cuando eso no funcionó, comenzó a hacer preguntas públicamente durante una audiencia de diciembre de la reunión del comité de Salud Pública y Servicios Humanos del concejo.
“Me pregunto si hay planes para contratar rastreadores de contactos de habla hispana o si ya los tiene”, preguntó Santana.
Brian Kimball respondió que la ciudad estaba “buscando y buscando” personas para contratar y que brindaban capacitación a un empleado del departamento que hablaba español con fluidez.
“Reconocemos que ha sido un desafío internamente, así que lo hemos identificado y estamos buscando corregirlo”, expresó.
En la misma reunión, Tracy Martin-Thompson, quien supervisa el departamento de salud, le dijo a Santana que la ciudad había empleado una “organización nacional de búsqueda” para identificar posibles candidatos bilingües.
Resulta que la empresa de búsqueda era una agencia de contratación temporal con quien la ciudad ya tenía una relación contractual.
Y la descripción del trabajo, que solicitó Santana, no especificaba la preferencia por ninguna habilidad en español.
A instancias de los funcionarios de la ciudad, Santana dijo que envió seis hojas de vida de miembros bilingües de la comunidad a los funcionarios de salud de la ciudad unas semanas después, indicándole que posiblemente contratarían al menos a tres trabajadores.
Los medios de comunicación The Land y La Mega Nota presentaron solicitudes de registros públicos para correos electrónicos entre la concejal y los funcionarios de la ciudad el 22 de febrero, pero Cleveland no los ha publicado. Desde entonces ya han pasado seis semanas.
Cuando la carga de casos de coronavirus de Cleveland era más alta, la ciudad tenía un estimado de 80 rastreadores de contactos, incluido personal temporal y de tiempo completo, así como voluntarios, confirmó Latoya Hunter-Hayes, una portavoz de la ciudad.
Actualmente, el departamento de salud cuenta con 14 empleados temporales que trabajan como rastreadores de contactos.
Hayes dijo que la ciudad no ha contratado a ningún personal bilingüe de rastreo de contactos desde que Santana planteó el problema en diciembre.
“Anteriormente trabajamos y seguimos trabajando con una agencia temporal para ayudarnos a contratar rastreadores de contactos bilingües y de habla inglesa. Una vez que la agencia identifique a los candidatos que cumplen con los requisitos, serán contratados’, aseguró Hunter-Hayes.
El estado ha brindado ayuda bilingüe para rastrear contactos desde agosto de 2020, dijo.
Los funcionarios de salud de Ohio revelaron que al menos dos rastreadores de contactos virtuales que hablan español se han puesto a disposición del departamento de salud.
La ciudad también se apoya con un servicio llamado Language Line (Línea de Lenguaje), para brindar interpretación, recalcó Kimball en la reunión de concejo.
Language Line es esencialmente una llamada de tres vías que utiliza un intérprete calificado que puede compartir información de los funcionarios de salud, hacer preguntas y obtener respuestas en el idioma preferido de una persona.
Para Santana, ese tipo de traducción no es suficiente.
Si bien podría ser necesario en algunas circunstancias –especialmente para los idiomas que son menos comunes– muestra un nivel diferente de atención y compromiso con los residentes cuando la ciudad elige contratar personal bilingüe de la comunidad, dijo.
Además, a su esposo no se le ofreció Language Line ni a ninguno de los empleados estatales, por lo que no sabe con qué regularidad se utilizan esas opciones.
Las autoridades municipales también tienen que responder a la carta de Rivera y otros líderes comunitarios.
“En este punto, no sé exactamente dónde estamos”, afirmó Rivera.
“Sé que ayudamos al equipo a identificar personas potenciales para ocupar esos puestos. Así que los currículums se han referido a quienes toman las decisiones, y ahora estamos esperando”.
La ciudad “dejó caer la pelota”
La conversación sobre los rastreadores de contacto –la falta de respuesta de Cleveland, sus excusas sobre el gasto de traducción e interpretación– ha “abierto una lata de gusanos”, advirtió Santana.
Ha tocado un punto sensible, dijo, sobre lo poco que se hace para facilitar información en español en muchos sistemas, incluidos los tribunales, que proporcionan documentos, como citaciones, solo en inglés, o la falta de despachadores de emergencia 9-1-1 bilingües.
“Esto va más allá de COVID”, reconoce Santana. “Dejaron caer la pelota aquí. Realmente lo hicieron. Pero quiero continuar abogando para que el departamento de salud tenga más trabajadores bilingües... No desperdiciemos otra pandemia”.
Aunque lento, ha habido algunos avances.
Antes de que Santana y sus defensores comenzaran a poner luz sobre este tema, la ciudad había compartido solo un puñado de materiales traducidos en español sobre el lavado de manos y la cuarentena, en su mayoría proporcionados por otras agencias de salud pública.
Más recientemente, el departamento de salud ha intensificado sus esfuerzos, compartiendo varios folletos traducidos sobre clínicas de vacunas.
Una portavoz confirmó a The Land y La Mega Nota en un correo electrónico que la ciudad “continuará construyendo nuestras relaciones y asociaciones con grupos comunitarios para ayudarnos a llegar a quienes no hablan inglés y otras poblaciones desatendidas”.
A nivel nacional, los hispanos tienen tres veces más probabilidades de ser hospitalizados por COVID-19 y más del doble de morir por problemas relacionados con la enfermedad, en comparación con las personas blancas y no hispanas, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.
Santana y el concejal Kerry McCormack, quien preside el Comité de Salud y Servicios Humanos, presionaron a la administración de la ciudad sobre ese punto durante una reunión de enero.
El director de salud, Brian Kimball, le dijo al concejo en enero que se está recopilando información sobre el origen étnico y que se compartirá en asociación con la Universidad Case Western Reserve, que en diciembre firmó un contrato de $299,000 por seis meses para ayudar al departamento de salud con su respuesta a la pandemia.
“Hemos comenzado a desarrollar un informe”, anunció Kimball al comité.
La semana pasada, más de un año después de la pandemia, el departamento de salud de Cleveland informó por primera vez cuántos residentes hispanos se vieron afectados por el virus. Mostró que desde febrero de 2021, los residentes hispanos representaron el 6.6% de los casos nuevos, aunque falta información sobre el origen étnico en el 40% de los casos.
Los residentes hispanos constituyeron el 8% de los pacientes hospitalizados y el 8,5% de los habitantes de Cleveland que murieron por COVID-19.
El informe sólo está disponible en inglés.
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Claudia Longo es una reportera bilingüe para La Mega Nota y The Land. Vive en Mayfield Heights con su esposo y sus dos hijos. Le apasiona la comunidad hispana y temas sociales. *Fue uno de los miembros de la comunidad local que firmó la carta de la organización LatinOhs, fechada el 8 de diciembre de 2020.
Rachel Dissell es una periodista independiente con sede en Cleveland que trabaja con Cleveland Documenters y Northeast Ohio Solutions Journalism Collaborative (NEOSOJO).
Esta historia está patrocinada por NEOSOJO, una organización compuesta por más de 20 medios de comunicación del noreste de Ohio, incluida La Mega Nota.