Si algo nos ha enseñado la pandemia es que las cosas cambian rápidamente y que todos los días aprendemos algo nuevo.
Para mediados de abril, el presidente Joseph Biden anunció que toda persona mayor de 16 años que quiera recibir la vacuna contra el COVID-19 puede hacerlo.
Hoy en día, en los Estados Unidos, contamos con dos inmunizaciones que utilizan tecnología basada en el RNA mensajero: la vacuna de Pfizer y la de Moderna, que han demostrado ser muy efectivas y seguras.
Ambas inyecciones requieren dos dosis. Pfizer especifica que sean 21 días después de la primera dosis y Moderna, 28 días después de la primera.
Para que estas vacunas fueran aprobadas, debieron demostrar ser efectivas y seguras.
Durante varios meses, miles de voluntarios participaron en los estudios de investigación, certificando que las vacunas contra el COVID-19 son seguras.
Se demostró eficacia para proteger de contagio por COVID-19, especialmente contra las complicaciones derivadas como hospitalización, intubación y muerte entre un 95% y 100%.
Es decir, que quienes reciban la vacuna tienen prácticamente una probabilidad cercana a cero de enfermarse gravemente, ser hospitalizado o llegar a morir por COVID-19.
En cuanto a los efectos secundarios reportados, son todos mínimos y temporales, incluyendo fiebre, dolores musculares y articulares, dolor y enrojecimiento en el sitio de inyección, malestar general y agotamiento, que parecen ser más frecuentes después de la segunda dosis.
De todas formas, los efectos secundarios son transitorios y no duran más de 48 horas. Igualmente, las agencias reguladoras, los científicos y todos los médicos seguimos monitoreando en caso de que se lleguen a presentar efectos secundarios mayores.
Para el mes de mayo, habrá probablemente más de 150 millones de personas vacunadas en los EE.UU. y más de 1,000 millones en el mundo entero.
Pfizer ha solicitado su aprobación a las agencias federales para ser administrada en niños entre los 12 y 16 años con base a resultados obtenidos en estudios en estos grupos de edades, demostrando nuevamente alta efectividad y seguridad.
Johnson & Johnson o Janssen Pharmaceuticals tiene su vacuna de una sola dosis que es mucho más fácil de transportar y refrigerar.
A mediados de abril, los CDC y la FDA pidieron hacer una pausa en la aplicación de esta inmunización debido a que se presentaron seis casos de problemas de coagulación, todos en mujeres entre los 18 y los 48 años de edad.
Es importante resaltar que para entonces más de 6,8 millones de dosis de las vacunas de Johnson & Johnson o Janssen Pharmaceuticals habían sido administradas.
Basado en estos datos, los problemas de coagulación son muy infrecuentes y no es claro que estén necesariamente relacionados con la administración de la vacuna.
Es entonces posible asegurar que la de Johnson & Johnson o Janssen Pharmaceuticals es también segura.
Con base a los estudios realizados es eficaz en prevenir la muerte y la hospitalización por COVID-19.
Los estudios de las tres vacunas: Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson o Janssen Pharmaceuticals, han demostrado una eficacia para proteger del COVID-19 y especialmente contra las complicaciones, hospitalización, intubación y muerte entre un 95% y un 100%.
Es decir, que quienes las reciban tienen prácticamente una probabilidad cercana a cero de enfermarse gravemente, ser hospitalizados o llegar a morir por COVID-19.
Es muy importante que todos nos vacunemos, independientemente de la inyección que nos toque.
La mejor inyección contra el COVID-19 es aquella administrada y recibida.
De nuevo, para que las vacunas funcionen, más del 70 u 80% de la población debe recibirlas.
En el campo de la medicina siempre estamos tomando decisiones, poniendo en una balanza los beneficios versus los riesgos que un tratamiento o una intervención pueden tener.
En el caso de las vacunas contra el COVID-19, no solo el beneficio de su administración sobrepasa los riesgos de efectos secundarios.
Se espera que en los meses venideros la vacunación en los EE.UU. y en el mundo entero continúe aumentando y ojalá, especialmente en poblaciones de alto riesgo como las comunidades latinoamericanas.
Entre tanto, el continuar con los protocolos de prevención es de extremada importancia:
-Lavarse las manos frecuentemente.
-Usar tapabocas, mantener distanciamiento físico de al menos 6 pies/2 metros con otras personas.
-Evitar darnos las manos, abrazarnos y saludarnos de beso.
-Seguir reportando síntomas nuevos.
-Si no nos sentimos bien, si tenemos fiebre o tos, debemos llamar al médico para seguir sus indicaciones.
-Evitar eventos que no sean necesarios y donde haya congregación de personas.
