Gaza, 28 may (EFE).- Antes de la reciente escalada bélica combatir la covid-19 ya era difícil en Gaza, en gran medida por el bloqueo israelí que dificulta el acceso de medicamentos, vacunas y test; pero la destrucción de hospitales y el hacinamiento entre los desplazados por la pérdida de sus viviendas tras once días de bombardeos, ha multiplicado la propagación del virus hasta un 30 %.
"Tras el final de la agresión aérea israelí el 21 de mayo, combatir la propagación del coronavirus en la Franja de Gaza se ha vuelto cada vez más difícil debido a una mayor escasez de instalaciones y equipamientos", dice a Efe Ahmad Jenaina, director del departamento de medicina preventiva del Ministerio de Sanidad del enclave.
Si hasta hace algunas semanas esa escasez se debía, al menos en parte, a las dificultades fruto del bloqueo impuesto por Israel desde 2007, esta "mayor escasez" responde a la inmensa destrucción causada por el conflicto armado que tuvo lugar en las últimas semanas.
La consecuencias de esta escalada, que hasta ahora se medían sobre todo en cifras de muertos (al menos 255 en Gaza y 13 en Israel), de edificios destruidos y de pérdidas económicas millonarias, cuentan ya con un nuevo indicador: los contagios de coronavirus.
El ratio de infecciones en la Franja es de 5.200 por cada 100.000 habitantes, cuatro veces más que el de la India, uno de los países más afectados por la pandemia en estos momentos, según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA).
El rastro de destrucción de la escalada bélica que terminó hace una semana añade munición a la casi permanente crisis sanitaria de la Franja, superpoblada -con más de dos millones de palestinos-, bloqueada desde hace 15 años por Israel, asediada por la covid-19 y amenazada por un nuevo repunte de contagios.
DESPLAZADOS Y HACINADOS
Según Jenaina, el aumento en la propagación del virus desde este conflicto ya alcanza el 30 % en comparación con los días previos al comienzo de los cohetes y los bombardeos, un incremento que se explica por la cantidad de personas desplazadas de sus hogares a causa de los ataques, que de acuerdo a cifras de la ONU ya superan los 70.000.
Muchas de ellas se trasladaron a casas de familiares tras sufrir daños en sus hogares o después de que edificios cercanos recibieran avisos de demolición, mientras que otras recibieron asilo en escuelas pertenecientes a la UNRWA, lo que ha elevado el hacinamiento en espacios cada vez más reducidos.
"Las familias desplazadas que acudían a las escuelas de UNRWA, permanecían allí sin ninguna medida de precaución que impida la propagación del coronavirus entre la gente", explica Jenaina.
Otros expertos en el enclave mencionan que además del hacinamiento, la disminución de las pruebas durante la reciente escalada también contribuyó al aumento en los contagios.
"Desafortunadamente, muchos pacientes que sintieron síntomas de coronavirus tenían miedo de salir de sus hogares y venir a realizarse un PCR por temor a las bombas de los aviones de combate israelíes", menciona a Efe Sanabil Abu Tawila, director del departamento de pandemias del Ministerio de Sanidad del enclave, que enfatiza que a pesar de los ataques "las clínicas y centros médicos de Sanidad permanecieron abiertos las 24 horas".
Un portavoz del ministerio confirmó a Efe que estos ataques destruyeron 24 instituciones médicas en la Franja, mientras que otras resultaron gravemente dañadas.
LABORATORIO DESTRUIDO
Uno de los centros médicos dañados fue el Al Remal, que no solo alberga oficinas de Sanidad sino también el laboratorio central del enclave, que realiza las pruebas de coronavirus y suministra las vacunas de covid-19, además de proveer atención a embarazadas.
En base a esto, el ministerio pidió a la comunidad internacional más de 64 millones de dólares en equipos médicos, medicinas y máquinas para unidades de cuidados intensivos, algo que su portavoz describió como "necesidades urgentes".
Tras el ingreso esta semana de un cargamento de más de 46.000 vacunas contra el coronavirus donadas por la Organización Mundial de la Salud, Gaza ha recibido hasta el momento casi 130.000 dosis y cuenta con alrededor de 39.000 personas vacunadas, menos del 2 % de sus habitantes.
Si bien el pico de contagios del pasado mes de abril -causado por la rápida propagación de la variante británica- había mermado en las últimas semanas, un aumento de casos producto de la reciente escalada podría condenar a la Franja a una nueva fuerte oleada de la pandemia, que agravaría aún más su endémica crisis humanitaria.
Saud Abu Ramadán