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Edith Espinal describe sus días en casa

por Patricia Ruiz (patricia.ruiz@lamegamedia.com)


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COLUMBUS, Ohio — En octubre de 2017, Edith Espinal inmigrante nacida en Michoacán, México, buscó protección en la iglesia de la Comunidad Cristiana Menonita para evitar un proceso de deportación. 

Edith vino por primera vez al país con su padre siendo muy joven. Se casó y aquí han crecido sus tres hijos que hoy tienen 24, 22 y 19 años. 

Al pedir asilo político y recibir la negativa de ICE –que llegó con una orden de deportación– se acogió al Santuario de este templo, situado en el norte de la ciudad de Columbus, donde permaneció 40 meses.

Recuerda que en Santuario sufrió mucha depresión y relata que fueron días tristes cuando un hijo se accidentó, otro tuvo una cirugía, no pudo asistir a la graduación de secundaria de Stephania, su hija menor; y falleció su amigo Rubén Castilla Herrera, quien tanto luchó para evitar que la deportaran. 

A su estado depresivo también contribuyó la pandemia.

Para pasar un poco esos días se acompañó de Bella, la misma perrita que llevó a la cita con ICE.

A pesar del temor, se presentó a las oficinas de Inmigración en Westerville con su abogada Lizbeth Mateo para notificarse.

Consideraron que ella no es una prioridad de deportación.

Por ahora estará bajo supervisión y reportándose cada cierto tiempo con ICE. 

A la salida de las oficinas de ICE la esperaban miembros de la comunidad. 

Y de allí y se dirigió a casa para reunirse con su familia. 

Edith dice que al llegar fue emocionante pues se abrazaban y lloraban. 

Hoy puede atender su hogar y compartir con sus hijos y su esposo Manuel, tal como ella lo deseaba. 

Poco a poco ya se adapta a la vida anhelada, a la rutina diaria, como desayunar juntos.

Comenta que a veces le queda poco tiempo, ya que recibe visitas de amistades.

Continúa reuniéndose regularmente en conversaciones virtuales o llamadas, y apoyando a organizaciones y personas que aún están en un Santuario en otros lugares de Estados Unidos.

Está trabajando en el cuidado de su salud y quiere seguir practicando inglés, un compromiso de superación personal que asumió durante los meses que estuvo refugiada en la iglesia. 

Pero sus preocupaciones no acaban.

Su abogada presentó una solicitud para eliminar la multa que impuso el pasado gobierno.

Edith necesita recaudar este dinero y por eso seguirá con la venta de comida y un convivio cada último viernes del mes en el estacionamiento de la iglesia Menonita.

La Mega Nota asistió al evento de febrero, su primero después de dejar el refugio.

Edith expresó lo feliz que se siente en casa. Agradeció profundamente a la iglesia y a los miembros de esta comunidad.

Sobre el actual presidente opina que tiene fe en que cumpla y sea justo.

Espera ver cambios sobre las decisiones de quienes todavía permanecen refugiados en Santuario.



 

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