Tiflis, 5 nov (EFE).- "El ADN de Tiflis", así llaman los habitantes de la capital georgiana a las vetustas escaleras de caracol exteriores de fines del siglo XIX y comienzos del XX a las que un grupo de arquitectos entusiastas ahora intenta devolverles la vida.
Fueron construidas cuando los ascensores no eran más que una rareza en Georgia, un país puente entre Oriente y Occidente, lo que ha dejado su singular impronta en la arquitectura de su capital.
La más famosa se encuentra en un edificio situado junto a la avenida Rustaveli, la principal arteria de Tiflis. Basta doblar la esquina para retroceder al siglo XIX y encontrar este monumento cultural.
Se trata de la escalera de caracol más alta de la ciudad y se eleva 13 metros por encima del tejado del edificio de tres plantas, pero su deterioro es alarmante.
EL PROYECTO KIBE
En su ayuda acudió un grupo de jóvenes arquitectos georgianos y extranjeros, que decidió no esperar a que las autoridades municipales tomen cartas en el asunto y puso en marcha el proyecto KIBE (kibe, escalera en georgiano).
"Uno de nosotros, Thomas Ibrahim, que es estadounidense, vivió varios meses en el edificio y sufría viendo el estado de la escalera. Fue él quien nos reunió", narra a Efe el arquitecto tiflisense Luká Gudushauri, de 28 años.
KIBE envió su propuesta para restaurar la escalera al Ayuntamiento y en paralelo lanzó una campaña de recolección de fondo para financiar la obra.
"¡Tuvimos mucha suerte! Un donante, que pidió el anonimato, aportó 18.000 euros. Ya tenemos dinero suficiente para darle nueva vida a la escalera", añade Luká entusiasmado, para precisar que los trabajos comenzarán ya el próximo año.
El arquitecto explica que se trata de una escalera del siglo XIX, cuyo diseñador no ha podido ser identificado, y que define como un "trocito del carácter" de la capital georgiana.
"La ciudad muestra a la calle su fachada de clasicismo europeo. Los patios interiores, en cambio son algo delicado, oriental, más entrañable", dice a la Efe la investigadora de la historia de Tiflis, Yekaterina
El rasgo más característico de estos patios interiores son los balcones-galerías, los "aivani", comunes para toda la planta y a los que se accedía por las escaleras de caracol.
JOYAS DEL PAISAJE URBANO
Una escalera similar, también de madera, se conserva en Vere, otro sector céntrico de la ciudad, que debe su nombre al del un riachuelo que fluye por él.
"En su construcción se empleó madera de haya y de pino, los peldaños tienen 110 centímetros de largo. Estas escaleras son joyas que hay que salvar para la posteridad", asegura el arquitecto Otar Chakvetadze.
Una de las escaleras, pero de metal, se puede apreciar junto a la Plaza de la Libertad. Conducía en su tiempo al piso del famoso poeta tiflisense de origen armenio Ovanés Tumanián, fundador del círculo literario "Vernatún", que en armenio significa "última planta".
"Un total de 102 peldaños llevaban al apartamento de Tumanián. Pero no solo allí tenían lugar los debates literarios; la escalera también era escenario de acaloradas discusiones", dice Misayán-Mikaberidze la experta en historia de Tiflis.
Hoy en día, la escalera llega solo a la tercera planta, dos menos que la original.
"Para nosotros es como de la familia. Cada día que subimos a colgar la colada le deseamos buena salud. Ha resistido cien años y resistirá muchos más, aunque no estaría mal que las autoridades le echen una mano", dice el ama de casa Jatuna Ajalaya.
LA FINANCIACIÓN, EL PRINCIPAL ESCOLLO
El impulsor del proyecto KIBE planea conseguir financiación del Ayuntamiento para restaurar otras escaleras de caracol de la ciudad.
La autoridades municipales están dispuestas a sufragar hasta el 90 % de estas obras, siempre y cuando el 10 % restante lo asuman los vecinos, algo en lo que aún no se ha llegado a acuerdo.
"Estamos restaurando los barrios antiguos, pero la pandemia nos ha supuesto un gran problema. Aun así, creo que podremos concluir los trabajos", dijo a Efe Manana Tokmaszhivshili, portavoz de Ayuntamiento.
Misha Vignanski