JULIO CÉSAR RIVAS, ROSA JIMÉNEZ y JESÚS CENTENO
(EFE)
Redacción internacional — El consenso en Norteamérica, Asia y Europa es que tras cuatro años de presidencia de Donald Trump, el declive de Estados Unidos es imparable, que cuatro años más del irascible republicano acelerará la tendencia y que la victoria de Joe Biden no podrá volver al mundo a la realidad de 2016.
Más que nunca en la historia, todo el mundo tiene fija su mirada en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre por una buena razón: la historia, la reelección de Donald Trump o la victoria de Joe Biden supondrán políticas fundamentalmente distintas con efectos en todos los rincones del planeta.
Quizás la consecuencia más permanente será en el terreno de la geopolítica, dominado en la actualidad por la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, un enfrentamiento que la Unión Europea, Rusia y el resto del mundo han contemplado en los últimos cuatro años como espectadores sin gran capacidad de maniobra.
En conversaciones con Efe, expertos en relaciones internacionales de Asia, Europa y Norteamérica coinciden en señalar que tras cuatro años de presidencia de Trump, el panorama mundial y los equilibrios de fuerzas han cambiado de forma irreversible.
Y que nadie se llame a engaño, el reloj no va a dar marcha atrás, pase lo que pase en las urnas estadounidenses. Pero aún así hay diferencias.
En Norteamérica y Europa, una segunda presidencia de Trump –dicen– sería un desastre de consecuencias inimaginables.
En China, la victoria del impredecible empresario metido a político no sería vista con tan malos ojos por la dirigencia del Partido Comunista que la interpretaría en términos napoleónicos: cuando tu enemigo hace un movimiento en falso, lo mejor es no interrumpirlo.
Declive del imperio americano
“Un segundo mandato de Trump hará que China y Rusia ganen firmeza y contener a estos dos países será más difícil”, explicó a EFE Jack Cunningham, doctor en Historia y coordinador de programas del Centro Bill Graham para Historia Internacional Contemporánea de la Universidad de Toronto.
Cunningham no tiene ninguna duda. Todo lo malo de la presidencia de Trump desde el punto de vista internacional, y la lista es tan larga como sus pecados personales, empeoraría en un segundo, y final, mandato aunque sólo fuese por una sencilla razón: “No tendría que preocuparse de ganar su reelección. No habría nada que lo moderase”.
Cunningham no está sólo en su predicción. Al otro lado del Atlántico, David O’Sullivan, asesor del Centro de Política Europea con sede en Bruselas, dijo a EFE que la reelección de Trump “crearía una gran crisis en las relaciones transatlánticas y también en el multilateralismo”.
O’Sullivan entiende que quien más sufrirá de un Trump 2.0 no serán los principales adversarios de Estados Unidos (China y Rusia) sino Europa.
“Claramente no cree en el multilateralismo. Estaríamos en un mundo mucho más transaccional, en el que la influencia del más poderoso y el más bravucón prevalecerían. Eso requeriría bastantes ajustes del lado europeo”, explicó.
No sólo Europa pasaría apuros con un Trump en esteroides tras su segunda victoria. La gran mayoría del resto de países que necesitan un marco de estabilidad internacional para prosperar saldrían perdiendo.
Drew Fagan, profesor de la Escuela Munk de Asuntos Globales y Política Pública de Toronto, declaró que el estilo Trump de relaciones internacionales, que resume como “socavar la arquitectura global y enfrentarse a amigos mientras coquetea con los tradicionales adversarios de Estados Unidos, ha sacudido al resto del mundo”.
“Quién sabe lo que supondría un segundo mandato de Trump”, reflexiona el experto canadiense con preocupación.
OTAN, la gran víctima de Trump 2.0
Una de las principales víctimas del regreso de Trump a la Casa Blanca sería una institución clave para Europa, la OTAN.
Jacob Kirkegaard, del German Marshall Fund, dijo a EFE que “si Trump es reelegido, es importante entender que eso significa que Estados Unidos es un país fundamentalmente diferente, que probablemente se marcharía de la OTAN”.
“O al menos la OTAN sería irrelevante porque Trump no es una persona que haría honor de ninguna manera significativa al artículo 5”, añadió Kierkegaard en referencia al compromiso de los miembros de la alianza militar de acudir en ayuda de los otros en caso de agresión.
Cunningham coincide con Kirkegaard en que la OTAN “sufriría una auténtica crisis” con cuatro años más del multimillonario.
Si en Norteamérica y Europa se teme que el camión de la mudanza no aparezca en la Casa Blanca tras las elecciones del 3 de noviembre, en Pekín la actitud es más relajada.
El investigador Tong Zhao, del Centro de Política Global Carnegie-Tsinghua, explica claramente a EFE por qué una derrota de Biden no es una pesadilla.
“China prefería a Trump. No porque Trump cause un daño menor a China, sino porque el daño que le hace a Estados Unidos es mucho mayor. Con Trump, EE.UU. ha acelerado su declive en términos de influencia internacional, reputación y poder blando”, dijo Tong.
En otras palabras, Pekín tendría vía libre para expandir aún más su influencia.
El experto español Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, ofrece otra perspectiva para llegar a una conclusión parecida.
Ríos dijo que un Trump triunfante supondría “un escenario muy complicado para China. Pero probablemente no tan malo para el presidente chino, Xi Jinping, ya que le permitiría afianzarse en el poder presentando a cualquier crítico como ‘antipatriota’”.
China, gana con Trump o con Biden
La lógica parecería dictar que si la victoria de Trump no es mala para China, su derrota sería el peor resultado para Pekín. Pero en este caso, parece que el régimen chino ganará sin importar que la Casa Blanca esté ocupada por un hombre blanco de 77 años de edad (Biden) o un hombre blanco de 74 años de edad (Trump).
“Una administración liderada por el candidato Joe Biden buscaría estabilizar la relación bilateral y el régimen dejaría de sentirse atacado o amenazado. He aquí el dilema”, dijo Tong.
Si los chinos tienen algún reparo a la victoria de Biden, Ríos la resume explicando que Biden trataría de regresar “a la senda pre-Trump, lo cual alejaría el espectro de la guerra fría y también dificultaría la operación de seducción de Europa por parte de China”.
Aunque ningún gobierno en Norteamérica o Europa lo quiera reconocer, las botellas de champagne, o vino, ya se están enfriando en previsión de una victoria de Biden.
Pero los expertos también muestran sus cautelas.
El canadiense Fagan admite que “hay mucha gente en el gobierno canadiense que se preguntan hasta qué grado lo que se ha vivido en los últimos cuatro años es fruto de un presidente errático o de corrientes subterráneas en la sociedad estadounidense”.
En Bruselas, O’Sullivan se apunta a esa misma cautela.
“Tenemos que ser realistas, [con una victoria de Biden] no vamos a volver a los días de finales del siglo XX cuando teníamos una conexión tan cercana con EE.UU. Pero sí creo que tenemos la oportunidad de reconstruir una relación transatlántica significativa”.
Stefani Weiss, experta en gobernanza y política exterior y de seguridad de la Unión Europea del centro de estudios de la Fundación Bertelsmann, incide en la misma idea:
“Si hay una administración Biden, cambiará mucho más en tono y estilo que realmente en sustancia”.
De vuelta en Norteamérica, para el profesor Cunningham está claro que si Biden se sienta en el Despacho Oval tras las elecciones, “el reloj no va a retrasarse hasta el 2016” en términos de relaciones internacionales.
“Va a ser algo diferente. La cuestión es qué dramático va a ser el cambio y si el cambio será algo a lo que las instituciones multilaterales se podrán adaptar”, concluyó.