Tegucigalpa, 21 nov (EFE).- A una semana de las elecciones generales en Honduras, el ambiente sigue siendo de incertidumbre por la campaña de confrontación e incitación al odio que ha marcado el proceso y el temor de muchos a que ninguno de los principales candidatos presidenciales acepte el resultado del otro.
Organismos de derechos humanos e instituciones como las iglesias han expresado su preocupación porque durante el proceso electoral, este año, han muerto de manera violenta una treintena de aspirantes a cargos de elección popular, entre ellos el alcalde del municipio de Cantarranas, cerca de Tegucigalpa, Francisco Gaitán, el pasado día 13, quien buscaba su quinta reelección.
"Lo que hay es un proceso violento, no necesitamos el día de las elecciones para ver la violencia que está pasando todos los días", dijo a Efe en Tegucigalpa el director del Instituto Holandés para la Democracia en Honduras, Luis Daniel León.
POLÍTICOS PROPICIAN LA CONFRONTACIÓN Y EL ODIO
Más de 5 millones, de los 9,5 millones de habitantes que tiene Honduras, han sido convocados para los comicios del 28 de noviembre para elegir a un presidente, tres vicepresidentes, 298 alcaldías municipales, 128 diputados al Parlamento local y 20 al Centroamericano.
En la contienda participan 14 partidos y 12 candidatos presidenciales, de los que, según sondeos de opinión, solo Xiomara Castro, del Libertad y Refundación (Libre); Nasry Asfura, del Nacional, en el poder, y Yani Rosenthal, del Liberal, en tercer lugar, tienen posibilidades de ganar.
En un país con baja escolaridad y sin cultura política, muchos de los candidatos a cargos de elección popular son la negación de la democracia, porque promueven la violencia y el odio contra sus contendientes, en vez del debate, al que rehuyen.
De esa confrontación son protagonistas líderes de los tres partidos con más seguidores, en una Honduras cuyos gobernantes, desde 1982, no han resuelto los graves problemas de pobreza, miseria, injusticia, violencia, narcotráfico, corrupción, impunidad y una sociedad dividida, entre otros.
Honduras lleva 40 años de haber retornado al orden constitucional que no han sido de verdadera democracia. Los problemas que sufre el país actualmente ya existían, pero no con la magnitud de ahora.
PAÍS EN PERMANENTE CRISIS POLÍTICA Y SOCIAL
El país retornó a la "democracia" en 1980, cuando se instaló una Asamblea Nacional Constituyente que redactó la actual carta magna, la que intentó violar en 1985 el presidente que había asumido en 1982, el liberal Roberto Suazo Córdova.
La segunda crisis política llegó el 28 de junio de 2009, cuando fue derrocado Manuel Zelaya, esposo de Xiomara Castro, por promover reformas constitucionales que la ley le impedía.
Esa crisis se agudizó con los comicios de noviembre de 2017, cuando fue reelegido el actual presidente, Juan Orlando Hernández, pese a que la Constitución no permite la reelección bajo ninguna modalidad, pero una interpretación del Supremo le allanó el camino para que buscara un segundo período, hasta 2022.
Los comicios de hace cuatro años, en los que las principales fuerzas de oposición denunciaron un "fraude" del gobernante Partido Nacional, derivaron en más violencia y el rechazo a Hernández, a quien acusan de "corrupto" y "narcotraficante".
Honduras llega a las elecciones de 2021 con escasas reformas electorales y la incertidumbre de un pueblo que no sabe qué pasará el 28 de noviembre, cuando muchos no descartan que Hernández quiera seguir más tiempo en el poder, aunque él ha reiterado que lo entregará el 27 de enero de 2022.
NO RECONOCER EL TRIUNFO DEL OTRO
El director del Instituto Holandés para la Democracia en Honduras señaló que en el país hay un alto nivel de inconformidad en la sociedad, con siete de cada diez hondureños que no creen en los partidos políticos, según diversas fuentes.
A eso se suma, según León, que no hay un buen manejo del proceso electoral, ni transparencia en la administración electoral, y probablemente haya molestia que pueda derivar en violencia o cualquier otro tipo de reacción social el día de las elecciones y posterior a ellas.
Las elecciones, que deberían ser una fiesta cívica, en Honduras son de incertidumbre, comenzando porque el Consejo Nacional Electoral (CNE) está integrado por representantes de los tres partidos mayoritarios y todos quieren que el suyo gane.
Otros analistas coinciden en que ninguno de los contendientes reconocerá el triunfo del otro, aunque no hubiera fraude, por lo que no descartan que haya violencia, incluso antes de los comicios.
"El Consejo Nacional Electoral tiene un compromiso importante y ahora lo que nos queda es pedir un proceso pacífico, donde la vida humana no pague el voto, ni los intereses de partido y, sobre todo, que al final el día 29 los hondureños sigamos con nuestra vida normal", enfatizó Luis Daniel León.