Valencia (España), 8 feb (EFE).- El fotoperiodista Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía de España en 2009, advierte de que la diferencia entre ser ambientalista en Europa o en Centroamérica es muy clara: "Aquí te pueden dar un porrazo y allí te dan un tiro en al cabeza", y defiende una legislación internacional que considere un "ecocidio" las acciones que destruyen el medioambiente.
Sánchez presentó este martes en el colegio mayor Rector Peset de la Universitat de València (este de España) la exposición "Activistas por la vida", organizada por Entrepobles, una muestra de su trabajo fotográfico en el que recoge el testimonio de 40 activistas de Honduras y Guatemala que luchan por la defensa de la naturaleza y de los derechos humanos y que están amenazados de muerte.
El fotógrafo y periodista relata en una entrevista con Efe que trabajó en este proyecto durante cuatro meses, en los años 2018 y 2019, visitando y entrevistando a las personas que se encuentran amenazadas por la defensa de sus tierras ancestrales sobre el terreno.
"Gente muy humilde, más endeble" pero que, a pesar de ello, son "más difíciles de comprar", una actitud que tiene que ver con "sus creencias, la defensa de sus tierras ancestrales, los lugares donde se encuentran sus muertos y su lucha por la supervivencia" y que para el reconocido fotoperiodista "reconforta" y es "admirable".
"La mayoría de veces les damos premios a gente que vive cómodamente en sus casas, ambientalistas que se ponen de moda, como Greta Thunberg, pero quizá sería más interesante hacerlo a estas personas que realmente están pagando una alto precio por su lucha", añade.
Sánchez apoya el movimiento ambientalista para que las inversiones en estos países se consideren un "ecocidio", una atentado de lesa humanidad, que no prescriba y los responsables de la contaminación de los ríos, de la destrucción del medioambiente o la vida de los campesinos indígenas "sean juzgados y condenados".
El trabajo fotográfico que presenta en esta exposición reúne la historia de medio centenar de personas, aunque son muchas más, que "pueden ser asesinadas en cualquier momento", perseguidas por la defensa de la integridad de sus aldeas, defensores de la tierra, que se ponen al frente de las grandes empresas extractivistas.
Este fue el caso de Berta Cáceres, la líder indígena, feminista y activista hondureña, defensora de los derechos de los lencas y ganadora del Premio Medioambiental Goldman, que fue asesinada en 2016.
La muerte de Cáceres "tuvo mucho impacto y los asesinos se dieron cuenta de que era más peligrosa muerta que viva".
Ahora, advierte de que "lo que hacen es criminalizar a estas personas, perseguirlas, si son mujeres les montan historias paralelas sexuales, si son hombres les acusan de cualquier cosa para criminalizarlos, encarcelarlos y neutralizarlos".
Por Eva Batalla