Madrid, 5 nov (EFE).- Cuando era adolescente Ryusuke Hamaguchi admiraba a Quentin Tarantino, pero ahora, convertido en el director de moda en los grandes festivales, asegura a EFE que prefiere el cine de directores como el español Víctor Erice, lo que casa mucho mejor con el estilo elegante y sutil de su cine.
Un ejemplo de este cine es "Wheel of Fortune and Fantasy", que se estrena en España después de haberse estrenado ya en varios países, en EEUU el pasado mes de octubre, avalada por el Gran Premio del Jurado que obtuvo en la Berlinale. Y por si fuera poco, el pasado mes de julio el cineasta japonés se hizo también con el Premio al Mejor Guion en Cannes por "Drive my Car".
"Estoy supercontento", afirma honestamente en una entrevista en septiembre en el Festival Internacional de cine de San Sebastián (España), donde presentó sus dos filmes premiados. "Estoy muy agradecido por ello, sobre todo porque no pensaba que estas dos películas tendrían premios, las dos. Pensaba que quizás una de ellas, pero no las dos", afirma.
Lo ha logrado con un cine totalmente alejado de las grandes superproducciones que dominan hoy el cine, mucho más cerca del humanismo del cine que admira de Erice -"no lo digo por estar en España", asegura- que de los taquillazos de los superhéroes.
Su cine es reflexivo, pausado y poético, y sus películas "documentales que siguen a los actores", como él mismo las define. Porque, al igual que Erice, domina tanto la ficción como el documental.
En su trayectoria hay 9 largometrajes de ficción y 4 documentales -incluida una trilogía sobre el terremoto y tsunami de 2011 en Japón-.
"No hay mucha diferencia entre la ficción y los documentales, la diferencia es el proceso. En la ficción hay historia, guion, casting y rodaje. En el documental no hay casting", explica.
Pero reconoce que en las películas de ficción el punto de partida también es diferente. Puede partir de un relato ya escrito -de Haruki Murakami en el caso de "Drive my Car"- o de anécdotas cotidianas -en "Wheel of Fortune and Fantasy"-, para añadir su imaginación y convertirlos en puro cine.
Lo que Hamaguchi busca a la hora de poner en marcha una película es una historia que se pueda trasladar al cine. Eso lo encontró en la historia de Murakami -el relato "Drive my Car", incluido en "Hombres sin mujeres"-, y también en las situaciones que le inspiraron para "Wheel of Fortune and Fantasy".
"Escuche una conversación en una cafetería entre de dos chicas que se convirtió en la conversación dentro del taxi" que centra una de las tres historias que forman la película. Otra surgió a partir de un amigo suyo, profesor de universidad, que siempre deja la puerta de su despacho abierta.
Elementos reales a los que añade fantasía, o como le gusta decir a Hamaguchi, "semillas que se transforman en cine", una descripción tan poética como su cine.
"Wheel of Fortune and Fantasy" son tres historias -un triángulo amoroso, una seducción tramposa que se convierte en una muy real y el encuentro de dos excompañeras de clase- que juegan con las coincidencias, los malentendidos y las relaciones humanas.
Aunque Hamaguchi se ríe y asegura que su cine no es sobre relaciones humanas. Sus películas, precisa, son diálogos que se convierten en guiones y estos en historias.
Son retratos de conversaciones, ese es el centro de sus películas. Las largas charlas entre sus personajes y de ahí su definición de su cine como "documentales de personajes". Son los personajes los que influyen en los actores y, en último término, en el público.
Para lograrlo trabaja con un guion muy definido, en el que acepta algún cambio solo si alguno de los intérpretes no se siente cómodo con alguna frase, pero su proceso de creación pasa por "respetar al máximo el guion".
Son esos diálogos y no la acción los que hacen avanzar la narración, como muestran sus dos últimos filmes o títulos anteriores como "Passion" (2008) o "Asako I & II" (2018). Un cine que triunfa en los festivales, donde -dice el realizador- "se concentra gente que le gusta y entiende de cine", pero que aún debe dar el salto al gran púbico.
Alicia García de Francisco