Bangkok, 2 jul (EFE).- Poetas, escritores, directores de cine y actores son algunas de las "voces de la revolución" que la junta militar de Birmania (Myanmar) ha decidido acallar a base de perseguirlos para enviarlos a prisión y, en algunos casos, a la tumba.
"Cuando los poetas y escritores hablan, la gente escucha. Cuando los actores se manifiestan, la gente les sigue. Ellos son algunas de las voces que alimentan la revolución", declara a Efe el profesor birmano Kenneth Wong, de la Universidad estadounidense de Berkeley.
Birmania, que fue hogar e inspiró a escritores como el inglés George Orwell o el chileno Pablo Neruda, todavía mantiene muy viva la tradición del uso de la prosa para reivindicar cambios políticos y sociales.
Por ello, los versos comenzaron a brotar en las redes instantes después del golpe de Estado militar del 1 de febrero que terminó de súbito con la joven e incipiente democracia en el país y del que el jueves se cumplieron cinco meses.
VERSOS POR LA LIBERTAD
El mundo de la cultura fue de los primeros en alzar la voz en rechazo de la sublevación y reclamar el restablecimiento de las libertades usurpadas.
"Los birmanos reconocen y aprecian la poesía como un canal donde debatir sobre la injusticia y la revolución de una manera segura (...) gracias al uso de la metáfora para evitar el castigo y la censura", comenta Wong, traductor al inglés de poemas birmanos.
Para silenciar las voces disidentes, los militares, que han disparado a matar contra los manifestantes pacíficos, ordenaron el arresto de más de un centenar de literatos y personas famosas del país que se movilizaron contra el régimen castrense.
Según datos de la asociación Pen International, al menos 3 poetas han sido asesinados por la junta y más de 30 han sido detenidos en Birmana desde la asonada, a los que se suman actores como Paing Takhon y la directora Ma Aeint, entre muchos otros personajes famosos.
CINE PARA EXPLICAR LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA
Wong, quien huyó del país en 1989 a raíz de la represión de la extinta junta militar contra la revolución estudiantil, amigos directores y otros miembros de la diáspora birmana en Estados Unidos organizaron entre el 4 y el 20 de junio un festival de cine online para reflejar la contante lucha por la democracia en Birmania, que vivió de 1962 a 2011 bajo una sucesión de dictaduras militares.
El proyecto benéfico, que el académico califica como "un éxito", contaba con una treintena de cortometrajes, filmes y documentales, acompañado de varios foros de discusión, con el objetivo de "abordar la raíz de los problemas de Birmania y los incidentes actuales".
Durante esta revolución, a diferencia de anteriores de la historia birmana, "todo sucede en directo frente a nuestros ojos" gracias a las redes sociales e internet, remarca el profesor.
"Cuando yo estaba en la calle durante las manifestaciones de 1988 y escuchábamos disparos sabíamos lo que sucedía, pero desconocíamos si el mundo sabía lo que pasaba. En 2007, durante la Revolución Azafrán, las vídeos salían a cuentagotas. Pero en esta ocasión, cada día puedo seguir en directo las manifestaciones en el país".
Durante el festival se presentó el corto "Burma Spring 21" (La primavera birmana de 2021), filmado y dirigido por directores birmanos que permanecen en el anonimato durante los primeros días de las manifestaciones contra los militares y que refleja desde el terreno la determinada oposición del pueblo birmano.
CRECER DURANTE LA DEMOCRACIA
Las nuevas tecnologías han producido una enorme cambio cultural en un país que permaneció prácticamente aislado del mundo exterior hasta la disolución 2011 de la junta militar, lo que permitió la llegada al poder de la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, cuyo partido arrasó en las elecciones de 2015 y 2020.
Una nueva hornada de jóvenes han crecido con la posibilidad de disfrutar de libertades impensables hasta hace no mucho.
"Generaciones previas vivieron todo el tiempo bajo un régimen militar, nunca tuvimos la oportunidad de saber lo que significaba la democracia. Sin embargo, la gente joven de ahora se ha desarrollado entre libertades, aunque no fueran plenas, pero saben lo que es y no dejarán de luchar por recuperarlas", sentencia Wong.
Esa década de crecientes libertades ha propiciado un mayor despertar cultural que ha quedado plasmada en películas, libros y poemas que desafían al concepto de la sociedad tradicional birmana, de la cual el Ejército se erige como su máximo protector.
"A la cabeza, disparan. Ellos nunca sabrán que la revolución yace en nuestros corazones", escribió tras el golpe de Estado el poeta Khet Thi, quien falleció en mayo bajo circunstancias sospechosas mientras permanecía en custodia policial.
Noel Caballero