Cuando se habla de música latina, un sello discográfico se destaca del resto: Fania.
A menudo descrita como el equivalente latino de Motown, esta famosa compañía de Nueva York nació de una peculiar unión entre Jerry Masucci, un abogado de divorcios, y Johnny Pacheco, un músico polifacético de la República Dominicana.
Entre ellos, crearon un legado musical que realmente fusionó culturas, produciendo canciones que van desde ritmos de salsa palpitante hasta disco-funk y sincopados de boogaloo funky.
Con sede en Spanish Harlem, Fania estableció nuevos estándares en la música latina y se convirtió en un conducto vital para la difusión de un entonces novedoso fenómeno musical llamado salsa.
Su éxito inicial con artistas como Ray Barretto, Bobby Valentin y Joe Bataan llevó a la expansión del sello en los años 70.
En esa década fue cuando realmente floreció Fania, gracias a la llegada del trombonista/ productor Willie Colón, junto a los cantantes Héctor Lavoe y Rubén Blades.
Pero fue Fania All-Stars, un supergrupo extraído de todos los grandes nombres de la lista de Fania, que ayudó a convertir al sello en una marca global genuina a través de una serie de exitosos discos y giras de conciertos por todo el mundo.
Masucci era el cerebro empresarial detrás de la compañía, mientras que Pacheco, quien ya era un músico experimentado y un artista de grabación establecido que tocaba el saxofón, la flauta y varios instrumentos de percusión, manejaba el lado de la música.
Afortunadamente, ganaron el premio gordo con su lanzamiento debut, “Mi Nuevo Tumbao… Cañonazo”, que combinó varios estilos de música bailable afrocubana (incluyendo charanga, guaracha, son montuno, descarga, bolero, cha cha cha y pachanga) para formar un nuevo híbrido musical que Pacheco bautizó como salsa.
Fue impetuoso, contagioso, y su nacimiento ayudó a encender una explosión de salsa a finales de los 60, que coincidió con un nuevo sentido de orgullo que sentían las comunidades latinoamericanas cuyos orígenes iban desde Panamá, República Dominicana hasta Cuba y Puerto Rico, abrazando sus raíces compartidas en sus identidades culturales.
Para muchos latinoamericanos que viven en los Estados Unidos, la salsa fue un puente musical que unió la tradición y las viejas costumbres con la modernidad y la vida contemporánea en los barrios. O, como dijo una vez el trombonista/arreglista de Fania Willie Colón:
“Es una validación, un lugar cultural, una plataforma para contar nuestras historias y comunicarnos a través de las amplias extensiones que habitamos”.
Los finales de los 60 fueron testigos de importantes grabaciones de Fania de Joe Bataan, un pionero de la música soul latina que ayudó a establecer un nuevo estilo funky conocido como boogaloo, el percusionista Ray Barretto, el conjunto Orchestra Harlow (dirigido por Larry Harlow, quien ayudó a modernizar la música latina con la introducción de los teclados eléctricos), el líder de la banda Bobby Valentín y el cantante cubano Justo Betancourt.
Pero fue durante la década siguiente cuando el sello realmente floreció.
Fania lanzó una etiqueta subsidiaria, Vaya, en 1970 y, en 1974, absorbió el sello Tico, hogar de estrellas latinas como la reina de la salsa Celia Cruz, Tito Puente, Pete Rodríguez y Joe Cuba. Lo que es más importante, Fania expandió su propia lista para incluir nuevos pioneros musicales en la forma de Willie Colón, el cantante Héctor Lavoe y el cantautor panameño Ruben Blades. Ayudaron a llevar la música latina, a un nuevo nivel de expresión artística.