Rangún (Birmania), 24 feb (EFE).- Miles de personas volvieron este miércoles a tomar las calles de las principales ciudades de Birmania en una nueva jornada de protesta contra el golpe de Estado de la junta militar y contra la violencia policial que ha costado tres muertes, incluido un menor.
En Rangún, la ciudad más poblada del país, la manifestación más concurrida fue la de los grupos étnicos minoritarios, que además de exigir el fin del régimen militar y la liberación de los presos políticos, piden una república federal y el fin de la constitución vigente, aprobada en 2008.
Algunos de estos grupos, especialmente los rohinyá, sufrían ya una fuerte discriminación durante el sistema democrático en pie en los últimos diez años.
Otro de los puntos calientes de las protestas en la urbe fueron algunas embajadas, especialmente la de Indonesia, frente a la que por segundo día consecutivo centenares de personas se manifestaron para pedir que no se reconozca como gobierno legítimo a la nueva junta militar.
En Mandalay, la segunda ciudad más poblada, estudiantes, monjes y profesores hicieron una sentada, mientras que en otro punto de la ciudad familiares de Wai Yan Tun, de 16 años, uno de los fallecidos por la violencia policial durante una protesta el sábado, hicieron una ceremonia funeraria en su honor, según el portal Myanmar Now.
La junta militar, que perpetró el golpe de Estado el pasado 1 de febrero, advirtió el lunes a los manifestantes de que "el camino de la confrontación" supondrá la pérdida de vidas
El Ejército justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, donde observadores internacionales no detectaron ningún amaño, en los que arrasó la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015.
A pesar de la celebración de elecciones y el proceso iniciado en 2011 en Birmania hacia una "democracia disciplinada", como la denominan el Ejército - que gobernó el país con puño de hierro de 1962 a 201 1-, el mando castrense mantenía todavía un amplio control sobre los aspectos políticos y económicos del país.