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Pastor Joel González comparte su historia inmigrante

por Abel Zavala (azavala@lamegamedia.com)


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CINCINNATI, Ohio — Una mañana de diciembre, el pastor Joel González llegó a los estudios de La Mega 97.7 FM para recoger unos boletos que ganó.

Como con radioescuchas que interactúo por primera vez personalmente, me interesaba conocerlo.

Brevemente me contó que había estudiado en Cuba antes de ejercer su carrera aquí en Cincinnati.

Su historia me cautivó y me pregunté:

¿Cómo fue la experiencia de este cristiano panameño en Cuba?

Explicó que su llamado llegó cuando era joven.

“Ser pastor es un llamado de Dios. Él me llamó desde muy pequeño; yo soñaba con eso”, dijo a La Mega Nota.

En 2014, alguien que conocía en Panamá, Henry Vigil, le informó que estaría predicando en Cuba.

Joel oró antes de enviar un correo electrónico a la universidad cubana en la que estaría Henry.

Al día siguiente recibió su respuesta: necesitaban un estudiante más, y Joel lo sería.

Su transición de una nación capitalista a una con mayores limitaciones fue un desafío.

“No había internet ni Facebook”, recuerda. 

“No podía comunicarme en casa más que usando un teléfono público en La Habana, que era alrededor de $5 por minuto.”

Dice que vio de primera mano el sufrimiento de los cubanos, desde pasar hambre hasta no tener libertad ni poder expresarse públicamente.

“En Cuba, si sales en público y gritas ‘libertad’, puedes ir a la cárcel. Un grupo de nosotros fuimos a predicar en un autobús en La Habana, y un oficial militar nos dijo que nos calláramos y que nos bajáramos del autobús; sin embargo, los del autobús nos defendieron y él no pudo hacer nada”, recuerda.

En 2018, se graduó y regresó a Panamá para predicar, pero había un dilema.

“Por asuntos migratorios entre Cuba y Panamá, era difícil traer a mi esposa de Cuba, así que contraté a una abogada que terminó estafándome. Les expliqué a unos administradores lo sucedido, pero me respondieron que mientras mi esposa no estuviera conmigo, no me podrían contratar”, explicó. 

Su esposa, Ysis Esther Bello, obtuvo una visa para venir a los Estados Unidos, y Joel hizo lo que dijo que nunca pasaría: “poner un pie aquí”.

Entonces, se reencontraron en Kansas City, donde él se convirtió en pastor ayudante.

Trabajó en una iglesia sin salario hasta que alguien en Cincinnati se enteró de él.

“El coordinador hispano de los pastores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día me llamó para decirme que necesitaban un pastor”, indicó González.   

Ahora él, su esposa y sus dos hijos, Ethan Joel y Elijha Daniel, son parte de nuestra comunidad. 

Predica en dos iglesias, en Fairfield y en Batavia, donde ha bautizado a más de 100 personas en los últimos cuatro años.

“Con respecto a la comunidad, nuestra iglesia provee ayuda, por ejemplo, como aquellos que pierden sus trabajos, ayudándoles a sostenerse económicamente, visitándolos u orando por ellos, motivando a la comunidad a seguir adelante pese a las dificultades que traiga este mundo”, concluye el pastor.



 

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