¿Ha escuchado a su padre, tío, hermano, abuelo o esposo repetir la frase “estoy bien, no pasa nada” cuando padecen gripe u otro malestar común?
En mi caso, puedo decir que mi papá es el ser más testarudo de Latinoamérica cuando se trata de atención médica por una gripe, alergia o dolor reumático, asegurando que se puede curar en casa con ungüentos para la rodilla, o que el resfriado se irá en pocos días tomando solo miel con limón.
Pero, ya cuando se trata de exámenes rutinarios de salud masculina, o de padecimientos de mayor cuidado, mantener una actitud similar a la de mi papá no es recomendable porque se debe cumplir fielmente con las visitas médicas preventivas y el seguimiento indicado.
Muchos autores de temas especializados en salud masculina coinciden en que para algunos varones “resulta más fácil postergar la cita con el médico o hacerse un chequeo anual regular [porque] llevan una vida muy ocupada y la lista de tareas pendientes se acumula, tal vez pensando, ‘estará bien, no lo necesito’ descuidando sus propias necesidades por el bien de sus seres queridos”.
En un artículo titulado: “He aquí por qué a los hombres no les gusta ir al doctor”, escrito por Anna Almendrala en huffpost.com en junio de 2016, ella destaca como se tiende a culpar al patriarcado cuando se trata de esta decisión, además de citar estudios que demuestran como las mujeres se empoderan más por el camino de la buena salud.
“Los hombres tuvieron la mitad de las probabilidades que las mujeres de ir al médico durante un período de dos años, según datos de una encuesta de 2014 recopilados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. También tenían más del triple de probabilidades de admitir que pasaron más de cinco años sin una visita [al doctor]”, refiere la autora sobre un estudio de los CDC.
Basándose en investigaciones del sistema de hospitales Orlando Health, en Florida, Almendrala también exploró sobre resultados de otro estudio, el cual demostró como “una mezcla de ajetreo, miedo, vergüenza e incomodidad mantuvo a hombres fuera del consultorio médico”.
Pero muy a pesar de esta realidad, todos en casa deben unir esfuerzos para motivar conciencia y lograr que reflexionen sobre la importancia de sus controles regulares. No todo gira en torno al trabajo y las responsabilidades primarias de proveer o atender a la familia, también deben apartar un tiempo para las visitas médicas, y todas las pruebas de rutina, dependiendo de la edad.
De acuerdo con una publicación de la revista Healthline, revisada por el Dr. Graham Rogers, cambios en el estilo de alimentación procuran una vida sana. Como primer paso, sugieren mantener el control del peso, presión arterial, azúcar y colesterol:
“El exceso de peso, la hipertensión y el colesterol alto en la sangre son factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. Su médico puede recomendar cambios en el estilo de vida, medicamentos u otros tratamientos para ayudarlo a controlar su peso, presión arterial y colesterol en la sangre”, advierte la publicación.
Explican que si la circunferencia de la cintura sobrepasa las 40 pulgadas es una señal de alerta, considerando las advertencias del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre.
“Los hombres con cintura grande corren un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares”.
La Sociedad Americana contra el Cáncer (ACS, por sus siglas en inglés) dice que, si se tiene problemas para orinar, dolor o hay sangre en la orina, esto puede ser un signo de problemas de próstata.
Sobre el cáncer de colon, el Instituto Nacional del Cáncer insiste en la importancia de comenzar a realizarse las pruebas de detección colorrectal a partir de los 50 años.