Moscú, 16 mar (EFE).- La patinadora española Sara Hurtado ha vivido un auténtico calvario en los últimos meses entre la pandemia del coronavirus y una grave lesión en el hombro. Milagrosamente, hace unos días se clasificó, junto a su pareja de danza, Kirill Jalyavin, para los Mundiales de Estocolmo. El objetivo es hacer historia y lograr dos plazas para el patinaje artístico español en los Juegos de Pekín 2022.
"Ha sido un año duro, hemos estado mucho tiempo separados y fuera del hielo. Además, Kirill tuvo covid-19. Ha sido una prueba de fuego", comentó Hurtado a Efe durante un entrenamiento en Moscú.
Hurtado volvió al hielo en octubre y, sin tiempo para el resuello, tuvo que entrenar contrarreloj con la vista puesta en Estocolmo (22-28 de marzo), donde luchará por un hueco entre las diez primeras parejas.
PATINAJE TELEMÁTICO
Debido a las restricciones provocadas por la pandemia, la Federación Española de Deportes de Hielo organizó una competición "online", en la que Hurtado y Jalyavin competían con Olivia Smart y Adrían Díaz, que entrenan en Canadá, por un puesto en el Mundial.
"Fue algo completamente fuera de lo normal. El Mundial se confirmó relativamente tarde, como un mes antes. No había manera de que ambas parejas viajaran al mismo sitio. Era todo demasiado complicado, pero dentro de la dificultad era lo más fácil", señaló.
Admite que "fácil no ha sido", ya que ella y su inseparable Kirill tuvieron que "hacer los dos programas en un día", algo muy inusual en patinaje.
Para la selección tuvieron que arrendar la pista solo para ellos y contratar un cámara profesional.
"Es raro y no todo se ve igual en vídeo. Tienes que hacerlo extralimpio. No sabíamos cómo reaccionaríamos. Era una oportunidad que teníamos que aprovechar", señaló.
UN MUNDIAL EN BURBUJA
Sara cree que un Mundial "sin público y con burbuja será muy extraño", pero cree que "el objetivo de la temporada ya está cumplido" y todo lo que venga a partir de ahora es como "el lazo del regalo".
"El objetivo era volver y sentirnos una pareja competitiva", dijo Hurtado, que quedó junto a Kirill en duodécimo lugar en los pasados Mundiales (2019).
Asiente Jalyavin, quien nunca dudó que su compañera regresaría a tiempo para disputar el Mundial.
En cuanto al coronavirus, le quita importancia, ya que el ruso nacionalizado español enfermó de manera "leve" y únicamente tuvo que interrumpir los entrenamientos durante las tres semanas de cuarentena obligatoria.
"Hemos corrido muchísimo. Los entrenamientos son intensísimos. Son las mismas músicas y elementos (que en 2019), pero hemos hecho adaptaciones. Le hemos dado un lavado de cara", añadió la española.
DOS PLAZAS OLÍMPICAS
"Ahora se trata de hacerlo lo mejor posible y ahí está la opción de conseguir dos plazas para los Juegos para España, lo que sería óptimo, ya que sería hacer historia", destaca.
Para ello, Sara y Kirill tendrán que quedar entre los diez primeros, lo que ella reconoce que es "muy difícil".
"Nos encantaría conseguirlo, pero primero debemos hacer nuestro trabajo. Si lo hacemos, las plazas aparecerán", explicó.
Con dificultades, pero le salen las cuentas. "Cuenta tres parejas estadounidenses, dos rusas, tres canadienses y los italianos", apunta.
La lucha por la décima plaza será encarnizada entre españoles, franceses, ucranianos, polacos e ingleses, pronostica.
"Es complicado, pero no imposible", subraya con su habitual optimismo.
UNA LESIÓN FATAL
Una lesión pudo echar todo al garete. Tres semanas después de salir de la cuarentena, tuvo una caída que ella describe como "relativamente normal".
"Por la posición en la que caí, me fracturé el hombro en tres partes", señala.
Fue trasladada en ambulancia al hospital en Moscú y días después voló a Madrid para operarse. No deja de alabar la medicina deportiva española, ya que, aduce, un "mal diagnóstico" puede acabar con la carrera de un deportista.
"Les debo mis alas. La operación fue un éxito rotundo. Ha salido muy bien. No veía factible ni volver en octubre", destaca.
No estaba tanto tiempo "fuera del hielo desde los 8 años". "Hacía 20 años que no me separaba tanto tiempo del hielo", apunta.
UNA MEDALLA NO VALE MÁS QUE UNA VIDA
En cuanto al impacto de la pandemia en su vida, reconoce que "no se sentía deportista".
"Era todo bastante desconcertante. Con lo único que podías conectar era contigo misma. Me sirvió para volver a la base. Apreciar lo que tienes, aparte del deporte. Abrir los ojos en que el deporte es una herramienta de tu vida, pero no es tu vida", indica.
Se solidariza con aquellos deportistas que mostraban abiertamente su frustración por el aplazamiento de los Juegos de Tokio, pero considera que "era muy peligroso y lo principal era la salud".
"No hay medalla más importante que la vida de una persona", asegura.
Su única frustración era no saber "cuándo" volvería al hielo. Sara Hurtado ya está de vuelta.
Ignacio Ortega