Sokólka (Polonia), 19 nov (EFE).- La ciudad polaca de Sokólka, a 15 kilómetros de Bielorrusia, se convirtió en exponente de crisis en la cercana frontera, con sus escuelas cerradas y con fuerzas militares y policiales en sus alrededores, que intentan impedir el tránsito de migrantes irregulares.
"Para nosotros es sorprendente, algo anormal, ver que nuestra pequeña ciudad está en el centro de una crisis internacional", explicó a Efe la dueña de uno de los alojamientos de esta localidad de menos de 20.000 habitantes.
"Todos los días hay historias sobre migrantes, sobre lo que puede ocurrir", afirmó; "es como si hubiera un toque de queda oficioso, pueden ver que no hay nadie en la calle desde las cuatro de la tarde; sí, tenemos miedo", sentenció.
El tráfico que transcurre a lo largo de la carretera principal, y que conduce hasta Bielorrusia, lo forman casi exclusivamente camiones de transporte, vehículos militares y de policía, todos ellos con la sirena y circulando a gran velocidad.
En la cercana Kuznica, última población en territorio polaco antes de lo que aquí llaman "territorio de(Alexandr) Lukashenko", es donde se produjeron los hasta ahora más violentos incidentes fronterizos.
El pasado martes, un grupo de varios cientos de migrantes que permanecían acampados desde hacía semanas en ese punto, iniciaron un ataque con piedras, palos y granadas de humo contra los guardias fronterizos polacos.
Más tarde, el ministerio de Defensa de Varsovia denunció que se trató de "una acción coordinada por agentes bielorrusos" y que fueron "hombres uniformados" quienes les proporcionaron las granadas de humo y coordinaron la intentona de romper la valla.
"Ese día, o mejor dicho, esa tarde, la recuerdo muy bien", afirmó Marcin, un vecino que trabaja en la industria maderera local. Después de aquello, algunas personas que estaban, digamos, a favor de los refugiados, cambió de opinión".
Empezaron a temer que hubiese alguna muerte y estallase la guerra. "Pero bueno", añade, "todos sabemos que Lukashenko no se atreverá (a tanto) con Polonia", según cuenta.
Los parques de Sokólka quedaron vacíos. Hace más de una semana que las escuelas locales permanecen cerradas y llevan a cabo las clases de manera remota.
AVENTURARSE AL BOSQUE
Asimismo, y como la dependienta de un bazar explicó a Efe, "ya no se aventura nadie a ir al bosque cuando oscurece, es como en los cuentos".
"Los soldados y la policía no quieren ver a nadie deambulando por ahí, y por ejemplo los jóvenes dejaron de ir al bosque a beber con los amigos y se reúnen en casas", concluye.
A pesar de que los campamenos de Kuznica fueron desmantelados, como muestran los vídeos difundidos por el ministerio de Defensa polaco, la situación es muy cambiante e inestablE. En cualquier momento, Sokólka puede convertirse en una ciudad cerrada en sí misma.
Piotr Pawlak, un joven voluntario de las Fuerzas de Defensa Territorial polacas, un cuerpo paramilitar entrenado por el ejército en el que se enrolan muchos estudiantes, viajaba este viernes en el autobús que une la ciudad de Bialystok (este), a unos 40 kilómetros de la frontera, con Sokólka.
"¿Que por qué estoy aquí? ¡Porque soy polaco!", dice coreado por sus compañeros, que ocupan varias filas de asientos en el autobús. El ambiente festivo creado por sus conversaciones se apaga a medida que el autobús se acerca a Sokólka y se cruza con convoyes militares.
Algunas organizaciones humanitarias han hecho de esta ciudad su base de operaciones, debido a su conveniente localización, pero con las restricciones de acceso y circulación por el área fronteriza que impuso el gobierno polaco les resulta difícil actuar.
En los bosques que rodean a Sokólka se han ocultado, en ocasiones durante semanas, muchos de los inmigrantes ilegales que consiguieron traspasar la frontera.
Se trata de una de las zonas más agrestes de Polonia. El Parque Natural de Bialowieza, el bosque más antiguo del continente europeo, es conocido por ser una zona especialmente salvaje y difícil incluso para excursionistas avezados.
Hace dos años, la serie de televisión "Wataha" ("La manada") presentaba una ficción sobre el trabajo de la Guardia Fronteriza polaca y sus intentos de detener el contrabando de tabaco desde Ucrania y la infiltración de inmigrantes ilegales.
"Si hacen una segunda temporada, tendrán que venir a rodarla aquí y cambiar el guión para decir que ahora ´los malos´ vienen de Bielorrusia", bromeó Jan, que trabaja como mensajero en la zona.
Miguel Ángel Gayo Macías