El presidente Joe Biden y su antecesor, Donald Trump, se enfrentaron en un debate decisivo que podría cambiar el rumbo de las elecciones presidenciales. Trump se mostró agresivo y confiado, mientras que Biden, visiblemente afectado por una gripe, tuvo dificultades para hilar sus mensajes y proyectar autoridad. La ausencia de público y la imposibilidad de réplica directa expusieron las fortalezas y debilidades de ambos candidatos.
Biden, con una larga carrera política, apeló a la experiencia y defendió su gestión, especialmente en temas económicos y migratorios. Trump, en contraste, criticó duramente a Biden, acusándolo de debilitar la reputación y la economía de Estados Unidos. El expresidente se mostró evasivo y a menudo impreciso en sus respuestas, pero su estilo provocador resonó entre sus seguidores. Los intercambios sobre inmigración y la gestión de la pandemia destacaron las diferencias fundamentales entre ambos.
El debate, marcado por ataques personales y una tensa confrontación, reveló la alta competitividad entre los candidatos. Con encuestas mostrando una estrecha ventaja para Trump, ambos aspirantes se esforzaron por consolidar su base de apoyo. Biden buscó demostrar capacidad y fortaleza, mientras que Trump intentó proyectar liderazgo y cuestionar la viabilidad de la administración actual. El resultado de este enfrentamiento podría tener un impacto significativo en las próximas elecciones del 5 de noviembre.
