CIUDAD DE MÉXICO — El COVID-19 ha logrado modificar la forma de vivir en todos los aspectos, desde salir a la calle hasta recibir un servicio técnico en nuestras propias casas pero ¿se ha preguntado usted qué le espera si, por alguna razón, debe viajar en avión?
Precisamente de esto se trata el artículo, de describir una experiencia reciente volando desde Ohio hasta México.
Para empezar, los aeropuertos ya no lucen como antes.
Las grandes filas que había para sacar boletos y entrar a los andenes ya no están.
Las personas que dan los boletos –aparte de usar cubrebocas– tienen una barrera transparente en el mostrador que los protege y hay señalamientos que marcan la distancia social.
Al sacar el boleto le preguntan si ha tenido síntomas de COVID-19, si ha estado en contacto con una persona contagiada y también si está dispuesto a usar cubrebocas en el aeropuerto y durante el vuelo.
Estas preguntas son primordiales pero hay países como en México, donde además de esto, toman la temperatura.
En los aeropuertos hay estaciones en todas partes con gel desinfectante para las manos.
Las distintas áreas se mantienen vacías y no se sorprenda ver a personas con trajes especiales desinfectando todo.
En los andenes tampoco se congestiona la gente; las sillas están señaladas, indicando dónde debe sentarse.
Llegando el momento de abordar el avión todos respetan su distancia y al subir dan un paquetito con una toallita desinfectante para que se limpie las manos.
Las aerolíneas ya no llenan los aviones y toda la tripulación–sin excepción– usa cubrebocas.
Ahora se sienta una persona junto a la ventana y la otra cerca del pasillo, aunque no siempre es así porque los vuelos vienen tan vacíos que a veces solamente se ve a una persona por fila.
Los asientos de en medio ya no se usan, a menos que sean familias o grupos que vienen juntos.
A la hora de viajar, además de dar las indicaciones reglamentarias, recalcan a los pasajeros el uso obligatorio del cubrebocas. Solamente se lo puede quitar para beber o comer.
Es muy importante destacar que si llegara a faltar el oxígeno en el avión y se deba usar la mascarilla de emergencia para respirar, esta no se puede colocar sobre el cubrebocas.
Recomiendan tener abierto los compartimientos del aire acondicionado, ya que este se filtra cada determinado tiempo para que circule más limpio.
A la hora del refrigerio dan una bolsita con botanas, una botella de agua pequeña, servilleta y un sobre que contiene gel desinfectante.
En el avión las azafatas realizan recorridos de inspección para asegurarse que los pasajeros mantengan el cubrebocas.
Muchas personas se duermen en el avión y, a veces, esto no es muy placentero, sobre todo cuando se ronca.
Los cubrebocas pueden ser incómodos si se utilizan por largo tiempo, sin embargo es por el bien de todos.
Llegando a nuestro destino tenemos que seguir el mismo protocolo y en algunos países checan la temperatura una vez más.