San Salvador, 8 nov (EFE).- "Es mejor llorar de alegría que llorar de tristeza ante tanta violencia", dice con énfasis el payaso Kapush que sacó su espectáculo de magia y malabarismo del teatro y lo llevó a una colonia -barrio- de El Salvador considerada peligrosa por la violencia generada por las pandillas y por otros fenómenos que se han agudizado por la pandemia de la covid-19.
A Kapush sólo le bastó la calle de acceso a la populosa colonia San José, ubicada en el municipio de Soyapango (este), unas cuantas sillas y sonido para realizar su espectáculo artístico que incluyó malabares y magia, y con el cual sacó risas a pequeños y grandes.
El artista, cuyo nombre es Ever López, fue parte del VIII Festival Internacional de Clown Escénico que se llevó a cabo a finales de octubre de forma virtual y con funciones presenciales de artistas salvadoreños en colonias, escuelas y otros espacios abiertos.
El método clown permite una mayor interacción entre el artista y el público, es una especie de circo social en el que los espectáculos son trasladados del teatro y otros espacios culturales a la calle.
"Una de las cosas que más nos ha capturado es la parte humana que tiene el clown para contar historias que le hacen identificarse al publico inmediatamente, porque el clown es un ser auténtico, es un ser vulnerable totalmente en escena que permite esta cercanía con el publico", dijo a Efe Kapush, quien es parte del colectivo 'Lágrimas de Risa'.
Con el clown, señaló el artista, "se pueden contar historias que son difíciles de contar, se puede hacer de una manera más amena, más amigable, con más empatía desde su poética, su discurso y desde su forma de ser".
Apuntó que los salvadoreños han vivido "momentos difíciles de encierro por la pandemia, por lo que la gente necesita salud mental a través de la risa".
A esto también se agregan los problemas sociales con los que las personas ya venían conviviendo, como la violencia, y los cuales se han agudizado como efecto de la pandemia de la covid-19.
"La gente no tiene acceso a ir a ver una obra de teatro, por eso se decide mover los espectáculos a las colonias supuestamente peligrosas e estigmatizadas", acotó.
Añadió que "los artistas también tenemos el compromiso de descentralizar el arte, no solamente (estar en) el teatro sino que también en la calle, en la comunidades y llevarlo (el espectáculo) a los niños que no tienen la posibilidad de comprar un boleto".
"Es mejor llorar de alegría que llorar de tristeza ante tanta violencia", agregó.
Para la cirquera Valeria Juárez, el clown es "invitar a todos los niños a jugar sin ninguna distinción de género o edad".
La artista es parte del colectivo Cirkeras El Salvador, integrado por ocho mujeres que realizan diversas artes escénicas, arte urbano y se presentan en calles, plazas y parques.
El espectáculo de Cirkeras El Salvador llegó hasta una escuela pública del pintoresco municipio de Suchitoto, a 50,6 kilómetros de la capital salvadoreña, también como parte del Festival Clown.
"Casi siempre se deja todo el arte en la capital, entonces, ya por traerlo a fuera los niños se emocionan", comentó.
VOLVER A INTERCAMBIAR EXPERIENCIAS
Helen Portillo, directora ejecutiva de la Fundación Cultura Irreal Teatro que organiza el Festival Clown, comentó a Efe que el evento también es un espacio de capacitación para los artistas nacionales y extranjeros que participan.
Los artistas intercambian experiencias sobre el circo social para contribuir a cambiar realidades, para llevar un momento ameno y que los participantes -niños, jóvenes y adultos- disfruten y rían con espectáculos creados con historias del entorno.
"Aguardamos la esperanza de volvernos a encontrar y eso es lo que como artistas que producimos este tipo de eventos ha sido complicado con esta nueva realidad (por la pandemia), porque se nos triplica el desafío que tenemos, pero que aguardamos la esperanza de encontrarnos nuevamente, de sentirnos y de estar presentes", añadió.
Sara Acosta